Hay parámetros para enmarcar lo que intrínsecamente es malo y lo que destacamos como bueno. Más que la defensa interesada de la esquina desde donde se mira, la maldad se distingue de la bondad por las consecuencias (“por sus frutos los conoceréis”).
León Tolstói aseguraba que es mejor un “malo” honesto que un ”bueno” mentiroso. Insisto por experiencia y por Historia, que la verdad nos nace libres y la mentira esclavos. Ratifico con el maestro Tolstói que “los cambios de opinión”, son mentiras descaradas cuando el resultado de ese cambio no beneficia a nadie más que al propulsor del “ajuste” que ayer pensaba lo contrario.
Es absolutamente vergonzoso y ruin que “por reconocer a Cataluña como una comunidad singular” se le condone una deuda generada por mala gestión y se le otorgue “un trato diferente” en las aportaciones económicas del Estado. “Singular” de qué… Inmenso descaro este empeño en dividir a España a base de impropias distinciones a unos e injustos olvidos a los demás.
Alguna vez lo he escrito: Mirar para otro lado, es también ceguera.