Hoy: 1 de noviembre de 2024
Dos galaxias espirales superpuestas son vistas desde la Tierra por la luz infrarroja, visible y ultravioleta de los telescopios espaciales Webb y Hubble de la NASA, según informa EP.
“Parece como si la sangre brotara de la parte superior de una cara sin carne. La larga y espantosa ‘mirada’ de sus abrasadores núcleos, que parecen ojos, brilla en la suprema oscuridad cósmica. Estas galaxias solo se han rozado entre sí hasta ahora: la espiral más pequeña de la izquierda, catalogada como IC 2163, se arrastra muy lentamente detrás de NGC 2207, la galaxia espiral de la derecha, hace millones de años”, explica la ESA en un comunicado.
La NASA asegura que la aproximación de las galaxias también puede haber distorsionado sus brazos delicadamente curvados, sacando extensiones de marea en varios lugares. Los brazos espirales diminutos y difusos entre el núcleo de IC 2163 y su brazo más a la izquierda pueden ser un ejemplo de esta actividad. Incluso más zarcillos parecen estar colgando entre los núcleos de las galaxias. Otra extensión se desplaza desde la parte superior de la galaxia más grande, formando un brazo delgado y semitransparente que prácticamente se sale de la pantalla.
Ambas galaxias tienen altas tasas de formación de estrellas, como innumerables corazones individuales revoloteando por todos sus brazos. Cada año, las galaxias producen el equivalente a dos docenas de nuevas estrellas del tamaño del Sol.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, solo forma el equivalente a dos o tres nuevas estrellas similares al Sol por año. Ambas galaxias también han albergado siete supernovas conocidas en las últimas décadas, una cifra elevada en comparación con el promedio de una cada 50 años en la Vía Láctea. Cada supernova puede haber despejado espacio en los brazos de las galaxias, reorganizando el gas y el polvo que luego se enfriaron y permitieron la formación de muchas estrellas nuevas.