Hoy: 21 de noviembre de 2024
La falta de objetivos y de crecimiento personal puede preceder al deterioro cognitivo leve (DCL), un precursor frecuente de la demencia, según sugiere una investigación publicada en la revista Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry y que recoge Europa Press.
Los resultados del estudio indican que estos aspectos del bienestar psicológico disminuyen notablemente entre 2 y 6 años antes de que se diagnostique el DCL, incluso en ausencia de signos evidentes, y con independencia de que los afectados desarrollen o no demencia.
Cada vez hay más pruebas que relacionan el bienestar psicológico con el envejecimiento cerebral, incluido el desarrollo de demencia. Pero gran parte de las investigaciones publicadas se centran en el sentido del propósito, excluyendo los demás aspectos del bienestar, explican los investigadores.
Entre ellos están la autoaceptación, la autonomía, el sentirse capaz de gestionar el entorno inmediato, tener vínculos significativos con los demás y el crecimiento personal. Para reforzar la base empírica, los investigadores estudiaron los cambios en el bienestar psicológico antes y después del diagnóstico de DCL y demencia en 910 ancianos cognitivamente intactos (de 79 años de media) que participaban en el Proyecto Rush de Memoria y Envejecimiento.
Durante un periodo medio de seguimiento de 14 años, 265 (29%) desarrollaron DCL, 89 (34%) de los cuales pasaron a desarrollar demencia. El análisis final se basa en 229 participantes con datos completos de antes y después, incluidos 73 que desarrollaron demencia.
En comparación con los participantes que permanecieron cognitivamente intactos, los que desarrollaron DCL tenían más probabilidades de ser mayores, pesar menos y tener niveles más bajos de síntomas depresivos y bienestar psicológico.
Del mismo modo, los que si desarrollaron demencia tenían más probabilidades de ser mayores, mujeres, portadores del gen vinculado a la demencia (APOE e4) y de tener un menor nivel de bienestar psicológico.
Tras tener en cuenta factores potencialmente influyentes, como la edad, la enfermedad vascular y sus factores de riesgo, el estilo de vida, las actividades sociales y los sentimientos de soledad, los que desarrollaron DCL experimentaron un declive más rápido del bienestar psicológico, hasta alcanzar un nivel inferior 2 años antes del diagnóstico, que los que permanecieron cognitivamente intactos.
En particular, estas personas tenían niveles más bajos de propósito en la vida y crecimiento personal, desde 3 y 6 años, respectivamente, antes de su diagnóstico. La velocidad del declive del bienestar psicológico fue similar antes y después del diagnóstico para cada componente, excepto para las conexiones significativas con los demás, que declinaron más rápidamente después.
Las trayectorias de bienestar fueron similares para todos los participantes con DCL, independientemente de si posteriormente desarrollaron demencia, lo que llevó a los investigadores a sugerir que sus hallazgos “indican que la reducción del bienestar psicológico, incluso sin deterioro cognitivo aparente, puede ser un predictor de trastornos de demencia posteriores”.
Se trata de un estudio observacional y, como tal, no se pueden extraer conclusiones firmes sobre causa y efecto. Los participantes en el estudio tenían un buen nivel educativo, lo que puede introducir un sesgo de selección debido al efecto voluntario sano, y la mayoría eran blancos y mujeres, lo que puede limitar la generalizabilidad de los resultados, reconocen los investigadores.
Además, los científicos afirman que no se conocen bien los mecanismos que subyacen a la asociación entre bienestar y función cognitiva. Ambos podrían ser bidireccionales: en otras palabras, una peor cognición podría influir tanto en el bienestar psicológico como a la inversa; un mayor bienestar y una mejor función cognitiva también podrían compartir ciertos factores de protección, sugieren.
“Nuestros hallazgos indican que el crecimiento personal y el propósito en la vida pueden ser más exigentes desde el punto de vista cognitivo que otros componentes del bienestar y, por tanto, pueden servir como indicadores más sensibles del envejecimiento cognitivo”, aseguran los investigadores.
“Además, descubrimos que las relaciones positivas con los demás disminuían rápidamente tras el diagnóstico de DCL. Las personas con una función cognitiva deteriorada pueden ser menos propensas a participar en actividades sociales y de ocio que antes, lo que puede causar un mayor deterioro de sus relaciones con amigos u otras personas”, han finalizado los autores del estudio.