Bolaños, ¿ministro de Justicia?

El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, es un tipo peculiar. No solo porque hable dando saltitos con las manos como para enfatizar sus palabras en lo que parece un esfuerzo ímprobo por recalcar sus argumentos, que no dejan de ser los del argumentario socialista que reparten a diario para que lo repitan todos como loros, es además un tipo peculiar porque siendo ministro de Justicia dice cosas muy raras y, sobre todo, poco justas.

La defensa a ultranza de los postulados del líder y mesías, Pedro Sánchez, lleva a Bolaños, como lo hacen también otros ministros como la sonriente portavoz Alegría, el mecha encendida Óscar Puente o la inefable María Jesús Montero, a un nivel de fanatismo en el que se pierde la perspectiva de lo que eres y lo que representas y, todavía peor, a quienes representas porque estos y los demás ‘sanchistas’ olvidan que como Gobierno representan al conjunto de los ciudadanos del país, incluso a los que no piensan como ellos y discrepan.

Será cosa mía o que con la edad se me ha agriado el carácter, pero este Gobierno tiene ministros que me parecen odiosos por su contumaz defensa de lo indefendible, por su seguidismo a los preceptos que se apartan del sentido común y por creer que este país está lleno de gilipollas, que puede ser en parte cuando se mantiene una fidelidad cerrada a una marca, el PSOE, que poco tiene que ver con la idearon sus creadores, y que por eso pueden decir lo que quieran sabiendo que mienten.

Con la que está cayendo desde diferentes órganos judiciales, incluido el propio Tribunal Supremo, el ministro de Justicia es de los que mantienen que hay un complot, debe ser judeomasónico o algo peor, para atacar al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, alma bendita donde las haya y inocente de pro, y que todo es obra de la mano larga de la ultraderecha, en la que deben estar desde el Supremo hasta la UCO de la Guardia Civil, de donde salen las fundadas pruebas de que el señor fiscal general no ha sido todo lo legal que debía. Complot, por supuesto, también para atacar sin piedad a la esposa y al hermano del presidente.

En esa línea de sensatez y justicia, el ministro de ¿Justicia? defiende la propuesta del PSOE para limitar las acusaciones populares al señalar que en este momento es «una feria de ultras» y ha subrayado que esa reforma va en línea con la posición de los principales órganos judiciales del país, el Tribunal Supremo, el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. ¡Perdón, señor ministro! Que se sepa las cuatro asociaciones judiciales de este país, es decir todas, se han mostrado contrarios a esta propuesta socialista porque busca la impunidad judicial del Gobierno y quiere acabar con la opción ciudadana de pedir que se investiguen hechos que puedan ser delictivos.

Dice el ministro de ¿Justicia? que hay «una mayoría de ultras con ganas de publicitarse» y por tanto es «imprescindible regular la acusación popular para evitar que «perviertan por completo esta figura que existe en nuestro derecho», y lo dice porque hay en marcha actuaciones judiciales que investigan a la esposa y al hermano del presidente.

La cuestión no es que las organizaciones que ejercen la acusación popular sean de izquierdas o derechas, porque todos tienen derecho vivir y eso es la democracia, la cuestión es si la esposa y el hermano de Pedro Sánchez, o el mismísimo fiscal general del estado se han pasado de la raya y han cometido delitos. Y eso eso es lo que está por ver, señor Bolaños, y de no haberlos habrá que exigir responsabilidades, pero sin olvidar que se actúa tras conocer informes de la Guardia Civil con algo más que indicios en un presunto proceder corrupto. ¿Se le ha ocurrido ser justo y pensar que la Justicia debe actuar, que para eso está?