La inesperada victoria izquierdista resalta la frustración ciudadana y el deseo de cambio
En un giro sorprendente de los acontecimientos, el candidato izquierdista Bernardo Arévalo, representando al Movimiento Semilla, ha emergido como el virtual ganador de las elecciones a la presidencia de Guatemala, al obtener una impresionante mayoría del 59,7% de los votos, de acuerdo con los datos de escrutinio correspondientes al 84% del total de votos emitidos.
La figura de Arévalo ha capturado la atención de la nación al recibir más de 2 millones de votos en su favor. En contraste, su rival más cercana, Sandra Torres, candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), ha logrado asegurar 1,2 millones de papeletas, representando el 35,5% de las actas escrutadas hasta el momento.
La participación ciudadana, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE), ha sido estimada en un 44,1%, cifra que refleja un nivel de abstencionismo notable. Estos comicios se han llevado a cabo en un contexto de crisis que ha afectado al país desde la primera vuelta electoral. En ese momento, la Fiscalía intentó suspender las actividades del Movimiento Semilla, realizando registros en las sedes tanto del partido político como del TSE.
El triunfo de Bernardo Arévalo en estas elecciones ha tomado por sorpresa a muchos, ya que algunas encuestas lo situaban en la octava posición de las preferencias del electorado. Sin embargo, su mensaje contra la corrupción, el retroceso democrático y la clase política que ha ejercido el poder durante décadas ha resonado profundamente en una sociedad marcada por el descontento.
Estas elecciones han adquirido una relevancia aún mayor debido a la sorprendente capacidad de Arévalo para llegar a la segunda ronda, desafiando todas las expectativas previas. Su victoria refleja la urgente demanda de cambio por parte de una población que aspira a un nuevo capítulo en la historia política de Guatemala.