Las tres tentaciones que sufrió Jesús en el desierto siguen vigentes en el corazón y en el tiempo de sus seguidores. Prestigio, poder y dinero son, en resumen, las bandejas de frutos vanos que el diablo nos acerca haciéndonos ver que son compatibles con la entrega.
Algunas asociaciones religiosas, con la mejor intención supongo, han querido presentarnos, como inofensiva, una aparente y leve caída ante las trampas del Maligno, si éstas pudieran servir de plataforma para la santificación en el trabajo y la influencia en la vida social… Y, buscando la manera de simplificar obstáculos, ocuparon los lugares de privilegio.
El evangelio es rotundo con aquellos que fueron invitados a una boda y se colocaron en los primeros asientos del banquete. El anfitrión vino a decirles que no habían entendido la razón del agasajo, y tuvieron que pasar la fatiga de dejar la preferencia para ser trasladados al lugar comunitario que les correspondía.