Mucho antes del comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania comenzó a discutirse con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, reveló el analista político David Ignatius en un artículo de The Washington Post.
El periodista sostiene que el secretario de Estado, Antony Blinken, y otros altos cargos de la Administración estadounidense le proporcionaron detalles esta semana de que en abril de 2021 arrancó una serie de reuniones entre bastidores sobre la creación de una coalición internacional para la ayuda a Ucrania en caso de que Rusia llegue a enviar tropas al país vecino.
“Muy pronto, Biden llegó a la conclusión de que la mejor manera de frustrar la esperanza de Putin de dividir a la OTAN sería la adhesión de dos nuevos miembros fuertes, Finlandia y Suecia”, indicó Ignatius.
Biden procuró atraer al presidente finlandés, Sauli Niinisto, llamándolo en diciembre y luego en enero para hablar de la amenaza rusa, según contó Blinken. Después, el mandatario estadounidense invitó a Niinisto a visitar la Casa Blanca en marzo, y, mientras se encontraban sentados en el Despacho Oval, Biden propuso llamar a la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, contactándola a altas horas de la noche. En mayo, ambos líderes europeos visitaron juntos la Casa Blanca para discutir los planes de sus países para ingresar en la OTAN.
Ignatius remarcó, citando a Blinken, que gracias a tal planificación temprana de la Casa Blanca ya estaba preparado un fundamento para los suministros de armas y el apoyo financiero colectivo a Ucrania al poco de comenzar la operación rusa en Ucrania el pasado 24 de febrero.
Las dos naciones nórdicas solicitaron formalmente unirse a la OTAN la semana pasada, supuestamente impulsados por el desarrollo del conflicto en Ucrania. Desde entonces, Turquía ha impuesto obstáculos a sus candidaturas, al denunciar que Helsinki y Estocolmo toleran o apoyan a los grupos “terroristas” kurdos.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, comentó que su país “no tiene problemas” con Finlandia y Suecia, pero “una expansión de la infraestructura militar [de la OTAN] en esos territorios sin duda provocaría una respuesta” de Moscú.