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Andaluces de Jaén

David Broncano. | EP

Pocas cosas como el aceite de oliva merecen ser pregonadas. España toda y los muchos países que usaban mantequilla para desayunar se han convertido a las jugosas lágrimas verdes que dejan en el paladar sabores limpios de tierra. De Jaén vienen las mejores uvas del aceite. De toda Andalucía.

En demasiadas ocasiones he sido sujeto y objeto de pregones. En ninguna de ellas –tampoco yo lo esperaba— se me dio otra cosa que no fueran medallas conmemorativas, cuadros molestos e inservibles o placas de las que uno no sabe qué hacer con ellas hasta que terminan oxidadas en el trastero. Sólo en una oportunidad, con estuche de perfume adaptado, me acercaron una pluma estilográfica con la que nunca pude escribir por estar despuntada.

Al señor Broncano, que no tengo el gusto de conocer, por un pregón de quince minutos, deshilachado y confuso y que no abundó en las inmensas cualidades del aceite de oliva, le han ungido con veinte mil euros. Desconozco si se le apareció la Virgen de la Capilla, patrona de Jaén, o sólo fue el presidente de la Diputación. Cien euros por palabra es un milagro… Y Hacienda sin saberlo.

pedrouve

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