Buscando amnistías históricas que puedan ilustrar la conveniencia de la de ahora, descubro aquella que en 1825 promulgó el rey absolutista Fernando VII.
El médico don Pedro Castelló y Ginestá sufría en la cárcel, junto a varios compañeros y algunos alumnos destacados, por haber gritado ¡Viva la Constitución! frente a un rey que no la permitía. Sin embargo, cuando Fernando VII cayó gravemente enfermo y ningún especialista encontraba remedio para su salud, la reina María Cristina sugirió al monarca la presencia del cautivo don Pedro que, aunque liberal, gozaba de gran prestigio en su oficio.
Así se hizo y el rey se curó como por encanto. El médico pretendió regresar a la cárcel pero el rey no se lo consintió por considerarlo talismán de su vida. Don Pedro, entonces, puso una condición: amnistía para sus compañeros y alumnos retenidos. Ni una palabra más, contestó el rey…
Ahora se excarcela y se perdona por gritar lo contrario: ¡Fuera la Constitución! Aquella amnistía evitó la muerte del Felón; ésta, la muerte (política) del Presidente de Gobierno.
pedrouve