Saltos de cabeza y malas zambullidas pueden derivar en lesiones medulares si no se evitan riesgos

En verano se incrementan los accidentes relacionados con saltos al agua con consecuencias que pueden ir de leves a muy graves

Quienes conocimos la historia de Ramón Sampedro tomamos algo de miedo a lo de saltar de cabeza al agua desde unas rocas. Él, acostumbrado al mar porque era marino, lo hizo cuando tenía 25 años sin medir bien las distancias, impactó contra la arena y se fracturó la séptima vértebra cervical, lo que le dejó tetrapléjico y postrado en una cama durante 30 años, hasta su muerte. Su figura es muy conocida porque fue el primer español que pidió la eutanasia, historia que Alejando Amenábar llevó a la gran pantalla bajo el título “Mar adentro”. Pero su experiencia vital no es la única que se ha visto truncada por un mal salto.

Cada verano son habituales los llamamientos a la precaución. Cuando el calor aprieta, resulta tentador zambullirse en las aguas fresquitas del mar, piscinas, ríos o pantanos. Si esta acción va acompañada de un salto desde cierta altura, lleva aparejada una carga de adrenalina especialmente tentadora entre los más jóvenes. Pero no hay que olvidar una mala zambullida puede variar el rumbo de nuestras vidas.

Europa Press recoge la advertencia que hace el profesor de Fisioterapia de la Universidad Europea de Valencia, Carlos Alberto Villarón, sobre los peligros asociados a realizar saltos al agua durante el verano, el momento en el que se producen más accidentes relacionados con estas prácticas.

Los saltos imprudentes pueden saldarse con lesiones medulares graves y consecuencias devastadoras en la vida de la persona que lo sufre y en la de sus familiares.

La mejor recomendación es no forzar situaciones de riesgo y evitar los saltos de cabeza, así como evaluar riesgos y tomar decisiones informadas. Cuando se practiquen actividades deportivas es recomendable también tenerlo todo controlado y, si la actividad se realiza con monitores, no salirse de la norma en ningún momento. Porque sin duda, la prevención más efectiva es la de evitar el riesgo.

Según el experto, «la gente joven es normalmente la que tiende a hacer zambullidas sin conocer la profundidad de lugar». «Se producen muchos tipos de lesiones, algunas de ellas leves, como, por ejemplo, una fractura de rodilla o tobillo, aunque hay muchas otras en las que si el salto se produce de cabeza sí podría suponer un impacto a nivel craneal y lesiones de médula muy graves que pueden provocar tetraplejia», añade.

En este sentido, Villarón asegura que «la gravedad de las lesiones medulares varía, desde parálisis temporal hasta parálisis permanente y pérdida de la función motora y sensorial».

Por otra parte, el profesor de Fisioterapia de la Universidad Europea de Valencia señala que, además del impacto físico y emocional que supone para la víctima, estas lesiones también tienen un impacto significativo en las familias porque en la mayoría de los casos tienen que adaptar otros aspectos de su vida, como la vivienda.

«No tenemos viviendas adaptadas al manejo de sillas de ruedas o grúas, tampoco solemos tener camas acondicionadas ni cuartos de baños preparados con las dimensiones requeridas, que suelen ser bastante grandes», ha resaltado.