Hoy: 23 de noviembre de 2024
En estos días que vivimos, con registros históricos en las temperaturas e inmersos en una nueva ola de calor, se habla a menudo de las medidas a adoptar para evitar un golpe de calor, una situación que deriva en un fracaso del sistema de termorregulación, de tal forma que la temperatura corporal sube de forma exagerada, generalmente por encima de los 40 °C. Como consecuencia se produce una alteración en el funcionamiento de diferentes órganos, lo que puede provocar, si no se ofrece un tratamiento adecuado de forma inmediata, un fallo multiorgánico y la muerte. Es un concepto que hemos ido incorporando en nuestras vidas en los últimos años y que no es ajeno a nuestras mascotas: las altas temperaturas también pueden provocar golpes de calor en perros y gatos. Existen una serie de indicios que debemos de tener en cuenta y que nos ayudarán a actuar con rapidez, lo que puede ser vital para nuestros peludos.
Perros y gatos cuentan con pocas glándulas sudoríparas, lo que hacen que tengan escasa capacidad para regular el calor corporal y aumenta el riesgo de sufrir golpes de calor. Por eso siempre los encontraremos en el lugar más fresquito de la casa, evitando una actividad demasiado intensa (es decir, durmiendo en la mayoría de los casos). Se detecta además un menor número de casos en gatos, precisamente por el estilo de vida felino que les lleva a salir menos a la calle y pasar más tiempo en casa. Sin embargo, el riesgo aumenta en el caso de los gatos de pelo largo, como el persa, y braquicéfalos o chatos, así como los que padecen enfermedades cardiorrespiratorias u obesidad, según detalla en El País la veterinaria en el Hospital Veterinari Montjuïc Vepartners de Barcelona, Marta Seguí.
En el caso de los perros, el 57% de los que acuden a la clínica veterinaria por un golpe de calor muere, aunque el riesgo disminuye si los síntomas se detectan y atienden con tiempo, según apunta el estudio elaborado en el año 2021 por investigadores veterinarios de la Universidad de Nottingham Trent y del Royal Veterinary College.
Por eso hay que prestar especial atención a los siguientes síntomas:
Jadear con la boca abierta o con respiración agitada durante más tiempo del habitual.
Que sus orejas estén muy calientes; sus encías y boca más rojas y en la zona blanca de los ojos se vean abundantes vasos sanguíneos.
Si el animal está inquieto, quiere beber gran cantidad de agua y permanece inmóvil y recostado de lado, además de tener taquicardia o el pulso muy acelerado.
En situaciones más graves, se produce la postura denominada ortopnea, que se caracteriza por hacer movimientos extraños para respirar, como estirar la cabeza y el cuello con sus patas.
Cuando el animal sufre el golpe de calor pierde la conciencia, tiene la mirada perdida y está postrado e inmóvil. En esta fase se puede producir un fallo multiorgánico y la muerte.
Ante la sospecha de que nuestra mascota tiene una subida drástica de temperatura que puede derivar en un golpe de calor, Martí lanza un consejo: “Intentar enfriar al animal antes de acudir al veterinario, ya que los primeros minutos son esenciales para evitar graves consecuencias para su salud. Conviene hacerlo con agua que no esté excesivamente fría y con un ventilador de aire”.
Los golpes de calor son una urgencia veterinaria y hay que acudir a una clínica cuanto antes. El coche es uno de los lugares donde más se suelen producir, debido a las altas temperaturas que alcanza el vehículo en verano, incluso a la sombra y con las ventanillas abiertas. “Cada vez hay más conciencia sobre los riesgos de dejar las mascotas en los coches. Sin embargo, seguimos viendo muchos perros que han sido expuestos a largos paseos en horas de mucho calor y humedad y acuden con golpes de calor a la consulta”, incide la experta.