Hoy: 23 de noviembre de 2024
El pasado domingo, 29 de enero, fue el Día Mundial contra la Lepra. Según la OMS, en 2021 hubo un aumento del 10% de casos de esta enfermedad en el mundo respecto a 2020. Se registraron en torno a 200.000 en todo el planeta. En España, se notificaron 10 en 2022.
Esta infección es una de las cuatro principales causas de discapacidad en el planeta. Aun así, su grado de contagio es muy bajo. Solo se produce en condiciones de hacinamiento, mala alimentación y falta de higiene, propias de una situación de pobreza.
La OMS cree que el incremento de los casos se debe a la reducción de la vigilancia durante la pandemia de COVID-19 por los confinamientos y la concentración de sanitarios para combatir el virus.
La lepra o enfermedad de Hansen afecta principalmente a los nervios periféricos y la piel. Los primeros síntomas se pueden manifestar como manchas en esta o entumecimiento de los dedos de las manos y de los pies, que provoca la pérdida de sensibilidad.
Si no se detecta y se trata a tiempo, puede ocasionar parálisis y discapacidades irreversibles. Su transmisión se realiza a través de minúsculas gotas expulsadas por la nariz y la boca. Los medicamentos como la dapsona, la rifampicina y la clofazimina son las más eficaces contra la lepra, sobre todo, si se aplican de manera combinada.
Pedida opinión a diferentes especialistas en infecciosas y medicina interna, es raro encontrar a alguien que haya visto una lepra, por larga que sea su vida profesional. Especialmente, en los países desarrollados. Los expertos insisten en desechar el halo que marcó su historia, puesto que es una enfermedad tratable y mucho menos contagiosa de lo que se creía.
El estigma social que ha provocado la lepra a lo largo de la historia ha exagerado el miedo hacia ella. Sobre todo, por la identificación que han hecho las religiones de la enfermedad con castigos divinos.
En el cristianismo medieval, los leprosos llevaban unas tablillas, denominadas de San Lázaro, patrón de este tipo de enfermos. Las golpeaban entre sí para avisar a otras personas de que iban a pasar por algún lugar.
Una ley lombarda del siglo VI y unas ordenanzas de Carlomagno consideraban a los leprosos unos muertos vivientes. No podían heredar, comprar, vender ni poseer bienes. Solo se podían dedicar a la caridad pública.
A pesar de este estigma, algunos fieles vieron la lepra como una forma de santidad, ya que la Biblia destaca la cercanía de Jesús con las personas afectadas por dicha enfermedad.
Hoy en día, en algunos países en vías de desarrollo, la discriminación desmotiva a los afectados a acercarse a un centro de salud. Por eso, el diagnóstico de la enfermedad en estos es tardío, y más difícil de combatir.
En España, en la provincia de Alicante, la asociación Fontilles acoge a las personas con lepra. Su objetivo es erradicarla, uno de los objetivos de la OMS para 2030. La ONG tiene proyectos también en otros países. Por ejemplo, en la ciudad india de Bangalore, donde lleva iniciativas en 40 barrios marginales y en 109 escuelas. La sensibilización sobre temas de género, el emprendimiento y la formación de voluntarios son algunas de las labores que realiza allí contra la exclusión social.