La reflexión sobre el sentido profundo del nacimiento de Jesús

La noche es oscura y aparece iluminada. La luz se refleja en el cielo. De una estrella en lo alto surge un rayo que cae en el horizonte

Francisco Aguirre Perales habla del permiso de apartarse por un momento del ritmo cotidiano que suele transitar y que ocupa buena parte de su tiempo al compartir estos comentarios y para ello reflexiona sobre el sentido profundo del nacimiento de Jesús.

Lo hace en las páginas del diario Vanguardia (MX), y su relato está envuelto en la tranquilidad y en el recuerdo de “Jesucristo, quien hace dos mil años vino al mundo dispuesto a ocupar el último lugar, y hasta la fecha nadie se lo ha quitado” (Alessandro Pronzato). En esta misma atmósfera, plantea también algunas reflexiones con la mirada puesta en el año que viene:

«La noche es oscura y, sin embargo, aparece iluminada. La luz se refleja en el cielo. De una estrella en lo alto surge un rayo que cae en el horizonte. Algo parece anunciarse. ¿Qué se estará celebrando? En el interior de las viviendas, protegidos del frío, se percibe un ambiente de alegría y regocijo. Las viandas van y vienen y se comparten entre quienes habitan la casa.

Además, el ánimo se hace presente desde temprana hora. Todo indica que se festeja con entusiasmo y con el deseo, aunque sea por un instante, de olvidar los problemas frecuentes que siempre acechan y acompañan el caminar cotidiano. Hombres y mujeres comen y beben, algunos sin medida. Es una escena que se repite en todas las latitudes, en todas las ciudades y en todo el mundo.

El tiempo transcurre entre bromas y risas de los invitados, mezcladas con los gritos desbordados de los niños que disputan con pasión el triunfo de sus juegos. La noche avanza. La oscuridad se impone. El cielo estrellado se deja ver con claridad.

Entre las risas infantiles, los bailes y las libaciones de los mayores, el tiempo parece alargarse hasta volverse interminable. Se espera, casi en secreto, la aparición de ese generoso personaje que traerá a los pequeños los regalos que desean. Al amanecer, caminarán presurosos hasta el pino de la Nochebuena para disfrutar plenamente de esos obsequios.

En todas partes del mundo se repite el mismo ambiente de alegría. Aquí y en las ciudades más lejanas. Algunos celebran de forma modesta. Otros desde la abundancia. Pero todos comparten una manera similar de divertirse y, en ciertos casos, también de derrochar, incluso con disipación.

Mientras tanto, esa misma noche, en un rincón de la casa y procurando que no estorbe a los comensales que disfrutarán de la cena, se coloca el pesebre. Al fin y al cabo, es solo una vez al año. Pasadas las fiestas de Navidad y el 6 de enero, cuando se recuerda a los Reyes Magos que fueron a adorar al Niño recién nacido, llega el momento de retirar el pino y guardarlo hasta el año siguiente. También se desecha el pesebre que estaba al pie del árbol, para luego adquirir otro en cualquier comercio. Total, es apenas un cajón cualquiera, de esos donde comen los animales, aunque haya servido para recostar al Niño que no tenía dónde reclinar la cabeza».

En el siguiente poema, el autor expresa sus sentimientos más íntimos, con la esperanza de que puedan servir a alguien más y propicien una reflexión para celebrar el próximo año.

GRACIAS PORQUE UNA VEZ…

Gracias te doy Señor
con toda el alma mía
porque nunca olvidaste
mi pan de cada día.

Gracias te doy también
por cuidar de mi vida
y por tantas bondades
que me das sin que pida.

Gracias te doy señor
por los mil regocijos
que dejan en mis sienes
las risas de mis hijos.

Gracias porque una vez
tu voluntad piadosa
me trajo la presencia
de la adorable esposa.

Sin duda fue su amor
tu bendición más alta
y para darte gracias
no hay voz en mi garganta.

(Mario Molina Montes)

Con humildad, el autor envía un abrazo y expresa su deseo de que el nacimiento del Niño Dios conceda una vida nueva y traiga paz en un año colmado de prosperidad. Francisco Aguirre Perales Vanguardia MX.