La psicóloga María José Aróstegui, miembro del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES), ha advertido de que los problemas de sueño pueden ser uno de los primeros indicadores observables en un niño que sufre acoso escolar. Según la experta, el insomnio o las pesadillas no solo reflejan el estrés emocional que genera el bullying, sino que también pueden agravar sus consecuencias psicológicas, actuando como un “catalizador negativo” sobre la salud mental, según recoge Europa Press.
Con motivo del Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, Aróstegui recordó que un metaanálisis publicado en 2024 en Sleep Medicine Reviews confirmó una relación constante entre la victimización y la mala calidad del sueño. Los niños acosados duermen menos, tardan más en conciliar el sueño y sufren más interrupciones nocturnas. “Las víctimas de acoso tienen entre dos y tres veces más riesgo de padecer trastornos del sueño”, señaló, advirtiendo de que este problema puede derivar en insomnio crónico, pesadillas recurrentes o incluso trastorno de estrés postraumático (TEPT).
La especialista subrayó que los niños más pequeños pueden no verbalizar el acoso, pero su cuerpo reacciona al estrés. “El insomnio, las pesadillas o el rechazo a dormir solos son señales de hipervigilancia y ansiedad”, explicó. Por ello, recomienda que padres y educadores consideren los problemas de sueño persistentes como una bandera roja, ya que podrían indicar sufrimiento emocional o victimización escolar.
La falta de sueño, además, puede empeorar el impacto del acoso, ya que reduce la capacidad del niño para gestionar emociones y estrés. Un menor con insomnio tiende a estar más irritable, impulsivo e hipersensible, lo que incrementa su vulnerabilidad. Asimismo, la privación del descanso está asociada con mayor riesgo de ansiedad y depresión, lo que puede agravar el deterioro psicológico provocado por el acoso.
Por último, Aróstegui señaló que la relación entre el sueño y el bullying es bidireccional: el acoso escolar provoca problemas de sueño, pero dormir mal también aumenta la vulnerabilidad al acoso. “La falta de sueño afecta las habilidades sociales y emocionales necesarias para defenderse”, apuntó. Niños con sueño insuficiente pueden parecer más fatigados, inseguros o menos asertivos, lo que los acosadores interpretan como “un blanco fácil”. Por ello, insistió en que identificar y tratar los problemas de sueño es clave para prevenir y reducir el impacto del acoso escolar.