Las altas temperaturas han dejado un balance de 1.503 muertes en lo que llevamos de verano. Solo en el mes de julio murieron en España 1600 personas por golpes de calor, un 57% más que en el mismo periodo del año pasado, según ha señalado el Ministerio de Sanidad en redes sociales a partir de datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo).
Esta cifra representa un aumento del 1.300% respecto al mismo periodo que en 2024, cuando se registraron solo 70 fallecimientos debido a las altas temperaturas, según recoge Europa Press.
«Consideramos que el calor es uno de los factores de riesgo que más impactan en esta época en el aumento de la mortalidad y en el aumento de los golpes de calor y de la agudización de algunas de las patologías», ha advertido la ministra de Sanidad, Mónica García, en una entrevista en RNE recogida por Europa Press.
El perfil demográfico de las muertes revela que el 95,08% de los fallecidos tenía más de 65 años. Además, el 59,24% eran mujeres. Esta distribución se explica por la mayor proporción de mujeres en edades avanzadas y por factores fisiológicos que las hacen más vulnerables a los efectos del calor.
El mes de junio de 2025 fue especialmente cálido. Según Aemet, alcanzó una temperatura media mensual de 23,6ºC, superando en 0,8ºC el récord anterior registrado en junio de 2017. También se situó 3,5ºC por encima de la media del periodo climático 1991-2020.
Solo en julio, durante su primera semana, los fallecimientos atribuibles al calor se incrementaron un 47% respecto a todo el mes anterior, lo que indica una tendencia al alza en los impactos sobre la salud.
En el periodo analizado, se activaron 76 alertas rojas por calor extremo, frente a ninguna en el mismo tramo del año pasado. Además, las previsiones meteorológicas anticipan que el resto de julio seguirá marcado por temperaturas superiores a la media histórica en todo el país. La probabilidad de que esta tendencia continúe supera el 70 %.
Las regiones más afectadas por la mortalidad relacionada con las olas de calor han sido Galicia, La Rioja, Asturias y Cantabria. Estas comunidades, acostumbradas históricamente a veranos moderados, muestran ahora una mayor vulnerabilidad climática. Esta situación puede estar vinculada a una menor adaptación social y estructural frente a episodios de calor extremo.