La fotografía religiosa de España en 2024 muestra un cambio profundo en la relación entre la ciudadanía y la Iglesia católica. La nueva Memoria de Actividades de la Iglesia Católica, presentada por la Conferencia Episcopal Española (CEE), confirma una tendencia que lleva años tomando forma: cada vez menos personas recurren a los sacramentos tradicionales. Bodas, bautizos, comuniones, confirmaciones e incluso la unción de enfermos han experimentado un descenso. Sin embargo, entre todos estos datos a la baja destaca un punto inesperado: el bautismo de personas mayores de siete años creció de manera notable, con un aumento del 12,6%.
En 2024 se celebraron 31.462 matrimonios católicos, un 6,08% menos que el año anterior. Las bodas religiosas siguen siendo el sacramento que más retrocede, un reflejo directo de la transformación de la institución familiar y de las nuevas formas de convivencia. La caída no sorprende a los obispos, que relacionan este fenómeno con los cambios demográficos. Según recuerdan, España ha ganado más de un millón de personas solteras en los últimos tres años, mientras que el número de casados apenas ha aumentado. Con este contexto, es lógico que los sacramentos vinculados al ciclo familiar también se reduzcan.
Las primeras comuniones bajaron un 4,86%, pasando de 162.580 en 2023 a 154.677 en 2024. Los bautizos también disminuyeron en su conjunto casi un 4%, y las confirmaciones cayeron un 3,38%. Incluso la unción de enfermos, un rito profundamente ligado a momentos de vulnerabilidad, mostró un ligero descenso del 0,41%.
Estos datos dibujan un escenario en el que la vivencia religiosa institucional pierde peso, especialmente en las etapas más tempranas de la vida, donde tradicionalmente la familia jugaba un papel clave en la transmisión de la fe.
Frente a este panorama de retroceso general, emerge un dato que llama la atención: los bautizos de mayores de siete años crecieron un 12,57%, pasando de 11.835 a 13.323 personas. Este aumento rompe con la tendencia dominante y abre preguntas sobre la espiritualidad adulta en el país. La CEE interpreta este crecimiento como un gesto de búsqueda personal, más vinculado a decisiones individuales que a costumbres familiares o tradiciones heredadas.
Este repunte muestra que, aunque las prácticas religiosas tradicionales disminuyen, no desaparece el interés espiritual. Cambia su forma, cambia su momento y cambia su significado. En un país donde cada vez más personas eligen su camino vital al margen de lo establecido, la fe también se transforma, encontrando nuevos espacios y nuevos tiempos para manifestarse.