El apagón, de tan nefastas consecuencias generalizadas, se alió, en cambio, con los más de 50 detenidos que se repartieron durante el apagón eléctrico los tres jueces de guardias que había ese día en los juzgados de la plaza Castilla de Madrid.
En las celdas no se veía nada y los jueces, ante semejante inhumanidad, apelotonados sin luz en pequeños habitáculos, actuaron rápido y dejaron a casi todos en libertad.
En los sótanos de la sede judicial de la plaza de Castilla hay celdas (ver Imagen). Allí llevan las comisarías de Madrid a los detenidos justo al ser de día, en furgones.
Y allí son conducidos también los presos de las cárceles cuando son citados por los alrededor de 60 juzgados de instrucción, los que investigan delitos.
Es una pequeña cárcel, que está custodiada por funcionarios de Instituciones Penitenciarias. No depende del decanato. Hace años, incluso dormían allí los detenidos ante de comparecer ante el juez de guardia. Desde hace muchos años, no. Están durante el día. Van y vienen en furgones carcelarios a petición de los jueces.
Y en esta dependencia, se juntan además, en celdas más bien pequeñas, de cemento y con una puerta de hierro que da a un pasillo junto al cual están los despachos de los jueces de guardia.
En esos despachos toman declaración a los detenidos que les lleva la policía y la Guardia Civil, y los jueces interrogan a los presos sobre sus causas, cuando no mandan llevarlos a sus despachos en alguna de las ocho plantas de los juzgados de la plaza de Castilla.
El día del apagón se trastocó todo. Sin luz eléctrica, en esos sótanos no se ve nada. Oscuridad total. Salvo alguna luz de emergencia tenue.
Dentro de las celdas, repletas de presos, recién detenidos, había medio centenar. Inicialmente, tocaron a 16 detenidos cada uno de los tres que había de guardia, al margen del juzgado de diligencias.
Pues bien, la luz se cortó pasadas las 12.30 y la inquietud empezó a apoderarse del interior de las celdas. Allí estaban codo con codos, con poca holgura, detenidos de lo más variopinto. Esposados.
Pronto empezaron a dar patadas a las puerta de hierro de las celdas. No se veía nada y ninguno sabía a quién tenía al lado, ni el delito que atribuía la policía. Y empezaron las protestas.
El problema es que los jueces tampoco tenían ni luz, no funcionaba nada. Ni los ordenadores. Se escribía a mano, como hace decenas de años. Y sin luz. Apenas la de algunos móviles de funcionarios.
Los jueces analizaron por encima los casos y los dejaron en libertad a casi todos. No era justo tenerles allí en esa situación. Solo la penumbra de linternas de móviles.
No se actuó a lo loco. En los casos muy graves se tomaron medidas, un atracador múltiple en hoteles, fue enviado a prisión. Pero casi todos quedaron rápido en libertad. En caso de dudas o delito no muy grave, a tu casa.
Posiblemente, son los únicos beneficiados del mayor apagón que sufre España en su historia.
el apagón ha causado muchos estragos.