Por primera vez, científicos suizos logran relacionar un mayor riesgo genético de esquizofrenia con una retina más delgada, abriendo nuevas vías para la detección temprana a través del ojo. El hallazgo, publicado en la revista Nature Mental Health, ha sido liderado por la Universidad de Zúrich y el Hospital Universitario de Psiquiatría de la ciudad.
Aunque el cerebro suele ser el foco de la investigación psiquiátrica, la retina —una extensión directa del sistema nervioso central— permite observar de forma no invasiva procesos neurológicos en desarrollo. Y eso es justo lo que han hecho los investigadores, gracias a tomografías de coherencia óptica (OCT), que miden el grosor retiniano en apenas unos minutos, según una información de Europa Press.
“Detectamos que las personas con mayor riesgo genético de esquizofrenia tienen, de forma estadísticamente significativa, retinas más delgadas, especialmente en ciertas capas asociadas a procesos inflamatorios”, explican los autores del estudio.
Uno de los descubrimientos más relevantes del trabajo es la relación entre las puntuaciones de riesgo poligénico (es decir, la acumulación de variantes genéticas relacionadas con una enfermedad) y el adelgazamiento de las capas internas de la retina. En concreto, los genes vinculados a la neuroinflamación parecen ser responsables de estos cambios microscópicos.
Esto refuerza la teoría de que la inflamación cerebral puede desempeñar un papel crucial en el desarrollo de la esquizofrenia, una idea que cobra cada vez más fuerza en neurociencia.
El estudio se ha basado en el análisis genético y oftalmológico de 34.939 personas pertenecientes al Biobanco del Reino Unido, una base de datos que ha transformado la investigación médica a escala global.
“Es un ejemplo claro de cómo la genética, unida a tecnologías accesibles como la OCT, puede darnos nuevas herramientas de detección precoz”, afirma Finn Rabe, primer autor del estudio.
El estudio se ha basado en el análisis genético y oftalmológico de 34.939 personas pertenecientes al Biobanco del Reino Unido, una base de datos que ha transformado la investigación médica a escala global.
“Es un ejemplo claro de cómo la genética, unida a tecnologías accesibles como la OCT, puede darnos nuevas herramientas de detección precoz”, afirma Finn Rabe, primer autor del estudio.