Tengo una curiosidad enorme por saber qué dirán los libros de historia de Pedro Sánchez y del PSOE que ha transformado a su imagen y semejanza. ¿Cómo valorarán esta parte de la democracia española, pero sobre qué perfil harán de este político que ha hecho de la mentira su herramienta de acción para la gestión de su Gobierno y ha convertido la supervivencia, la suya propia y la de su Ejecutivo, en una fijación obsesiva a costa de lo que sea, a cualquier precio?
No deja de sorprender y eso que a estas alturas ninguno como él ha sido capaz de tanto en tan poco tiempo. Lo último es su decisión de no convocar elecciones aunque su Gobierno haga aguas y sus socios lo hayan abandonado y estén cada uno a lo suyo, que es justamente lo contrario de lo que el presidente quiere, pide y necesita para salvar la cara ante Europa.
Lo ocurrido en el Congreso este jueves ha sido bochornoso cuando el principal socio del Gobierno, Sumar, rompe la unidad y vota en contra de aumentar el gasto militar e incluso pide que España salga de la OTAN. Y eso cuando Europa se rearma para convertirse en potencia militar para defender de enemigos reales y peligrosos como Rusia y hasta de Trump
Lo que ocurre en cualquier democracia liberal moderna y seria es que cuando un gobierno pierde sus apoyos y se fractura en asuntos de Estado como sucede en materia de defensa o no cuenta con respaldo suficiente para aprobar los Presupuestos del Estado, el presidente convoca elecciones. Ha ocurrido en Portugal, Alemania, Francia… pero no en España porque ciertamente Spain is different y por desgracia, en política, lo somos para lo peor.
Desde la soledad y la minoría, Pedro Sánchez asegura que «se prorrogan los Presupuestos, sin ninguna duda». Y ya está. Tan tranquilo, tan soberbio, tan… Pero lo quiera o no este Gobierno es insostenible por muchas razones. El presidente, que le ha tomado el gusto a dejar de lado el Congreso y sacar adelante sus iniciativas vía Consejo de Ministros, no puede enrocarse y debe dejar que sea la sociedad la que decida quién y cómo debe manejar los importantísimos asuntos que marca la agenda política española, europea y mundial.
Si las urnas deciden que sean los socialistas los que estén en el poder, perfecto, pero la sociedad española tiene que estar presente desde el Gobierno en decisiones trascedentes para el presente y futuro del país y debe hacerlo desde una posición fuerte y coherente, dos características de las que adolece el Gobierno socialista actual.
Si el poder político es incapaz de dotar de mínima coherencia al país que dirige, deberia devolverlo a la sociedad para que decida. Para ellos el sentir democrático debería estar impregnado en las instituciones, salvo que se aplique la máxima «Democracia, para qué?»