La luz, el calor del Sol y el aire son esenciales en la vida. El aire está compuesto por 21% de oxígeno, 78% de nitrógeno y 1% de gases nobles, helio, xenón, kriptón, argón…, vapor de agua y dióxido de carbono.
De ellos, el xenón, número atómico 54 (aparecen 87 partes de xenón por mil millones de aire), que se utiliza en la fabricación de emisores de luz, faros de automóviles, posee propiedades maravillosas: es auxiliar en la curación del Alzheimer, el cáncer; desde 1951 se emplea como anestésico en una amplia gama de aplicaciones, en ojos, piel, etc.
Descubierto en 1898 por los británicos Morris Travers y Williams Ramsay, ha cobrado actividad deportiva en las últimas tres décadas porque, mezclado con el oxígeno, incrementa la producción de la proteína conocida como “Factor de hipoxia inducible 1 o HlF1”, que estimula la producción de eritropoyetina (EPO). Es un potente catalizador de glóbulos rojos. En un experimento en ratones se elevó el número de hematíes en 160% en menos de 24 horas.
En septiembre de 2014, la World Anti Doping Agency (WADA) incorporó en la lista de sustancias prohibidas el xenón y el argón porque “halló pruebas suficientes de que mejora el rendimiento de los atletas”. Es casi imposible detectarlo porque es volátil y se elimina con rapidez.
A mayor cantidad de eritrocitos, mayor energía y ensanchamiento del umbral de resistencia. El argumento de la WADA podría extenderse al empleo del material espuma y fibra de carbono en las ultrazapatillas voladoras en atletismo, a tantos nuevos récords mundiales…; pero ahora nos ocupa otro punto: en la prestigiosa página de Desnivel del pasado 27 de enero se da a conocer una seria advertencia de la Comisión Médica de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo, en la que califica de peligroso y de riesgo mortal el uso inadecuado del xenón.
Aunque esta comisión, lamentablemente, carece de autoridad sobre los montañistas, como la que faculta a las federaciones internacionales y al COI para emitir penalizaciones en la violación de reglas, hace la alerta por la experiencia que se va a realizar en el Everest (8,848.86 m en la última medición de Nepal y China en 2020. Crece año con año).
El montañista austriaco Lukas Furtenbach ha cobrado a 4 turistas ingleses la cantidad individual de 150,000 dólares por conducirlos a la cima del Everest recortando el periodo de aclimatación de dos meses a una semana mediante la inhalación del gas xenón.
Los ingleses se auxilian en la isla en cámaras de hipoxia. En Katmandú, Nepal, inhalarán la mezcla de oxígeno y xenón bajo supervisión médica y de ahí se van en helicóptero al campamento base a 5,300 m de altura.
Esperan cumbrear en un ascenso de 3 días y bajar en uno. Ulf Gieseler, cardiólogo en Heidelberg, subraya que el espesamiento de sangre puede provocar trombosis o edemas.
En una minoría de hombres es más intensa la atracción y seducción por el riesgo mortal con el sello de la celeridad de la época que escuchar las advertencias en forma independiente de las consideraciones éticas y costumbres y tradiciones deportivas del montañismo.
*Por su interés, reproducimos este artículo de Arturo Xicoténcatl, publicado en Excelsior.