El país experimentará sequías prolongadas y precipitaciones más extremas, con un aumento significativo de la intensidad de ambos fenómenos, según un estudio recogido por Europa Press que alerta sobre los cambios climáticos que marcarán el futuro de España. Este escenario está vinculado al rápido calentamiento del mar Mediterráneo, que desde la década de 1980 se ha estado calentando a un ritmo dos o tres veces superior al promedio global.
Hay expertos que reconocen que algunos de los episodios de los que están ocurriendo en las últimas semanas no son normales, al menos con la frecuencia con la que se están dando. De sucesivas borrascas y frentes fríos cuando ‘no tocan’ nos enfrentamos a un verano con dará máxima históricas si las previsiones se mantienen, pero ya son pocos los que se aventuran a dar por hechos nada.
Así que hay que estar preparados para pasar frío y mucho calor en inviernos más veraniegos y veranos tórridos y secos. Las estaciones ya no responden exactamente a los tiempos conocidos y eso repercute mucho en la agricultura con floraciones adelantadas y en los animales, que descontrolan sus ciclos vitales.
Todavía tenemos presente los efectos de la dana en poblaciones de Valencia y Andalucía y no será nada extraño que episodios de danas dañinas vuelvan al territorio, aunque no tengan la misma virulencia de la que arrrasó poblaciones como Paiporta. Debemos acostumbrarnos a estos cambios bruscos e inesperados de un tiempo que parece ya más loco que nunca y lo será a partir de ahora.
El estudio advierte que el incremento de temperaturas en el mar Mediterráneo intensificará fenómenos climáticos extremos. La falta de lluvias prolongadas afectará a grandes regiones del país, reduciendo los recursos hídricos y aumentando el riesgo de desertificación.
A la par, las precipitaciones, cuando ocurran, serán más violentas e irregulares, lo que elevará el riesgo de inundaciones, tormentas y daños en infraestructuras y cultivos. Este comportamiento climático supone un reto para la gestión del agua en España, que deberá adaptarse a una mayor variabilidad.
Los expertos advierten que el Mediterráneo es uno de los puntos críticos del cambio climático. El calentamiento acelerado de sus aguas contribuye a la formación de fenómenos meteorológicos extremos, afectando tanto a la biodiversidad como a las actividades humanas en la región.
Este escenario obliga a España a reforzar estrategias de adaptación y mitigación para hacer frente a los impactos de un clima cada vez más impredecible.
Y que nadie se engañe, el ‘exceso’ de lluvias estas últimas semanas no evitará que el calor intenso y la ausencia de precipitaciones en las próximos meses, castigue las reservas de agua y ponga de nuevo, ante de lo previsto, las alarmas a funcionar, sobre todo en las zonas más áridas del país.