La Sección 2ª de la Audiencia Nacional analizará el próximo jueves, día 12, si ha prescrito, o no, lo que supuestamente hizo el ciudadano español Manuel T. P. durante el conflicto armado de Sierra Leona, entre 1991 y enero de 2002.
Murieron 70.000 personas y 2,6 millones de ciudadanos fueron desplazados de sus tierras. Manuel estuvo en prisión provisional por estos hechos.
Hay una víctima de ese terror, que buscó al abogado Hernán Daniel Garcés y presentó una querella contra el susodicho Manuel T. P. en la Audiencia Nacional. Le atribuye que se lucró facilitando armas a los guerrilleros rebeldes del Frente Revolucionario Unido, instigadores de las atrocidades.
Sostiene la acusación que las manos de Manuel están manchadas con la sangre de los llamados diamantes de sangre. Y quiere que se le condene por un delito contra la humanidad, por la profusa sangre derramada por seres humanos esclavizados en las minas de diamantes de kono, en Sierra Leona, cuna de los diamantes más lúcidos, grandes y prístinos del planeta. Le piden 15 años de cárcel.
La acusación sostiene en un escrito dirigido a la Audiencia: “Tanto el querellado Manuel T. P. como otros empresarios extranjeros, intervinieron en dicho conflicto mediante la actividad de la empresa Orfund Group S.A, financiando el esfuerzo bélico con la venta de los llamados diamantes de sangre”.
Y añade: “Puso en marcha una fachada empresarial en Liberia para asegurar el contrabando de diamantes de sangre provenientes del grupo armado Frente Revolucionario Unido, que operaba en Sierra Leona, y así poderlos comercializar en el mercado internacional”.
“En particular», subraya, «utilizó la empresa liberiana Blue Stone INC al servicio de Orfund Group y participó en la fundación de una empresa subsidiaria en Liberia, DiAndorra INC, con el propósito de vender los citados diamantes de Sierra Leona a través de la empresa experta en el comercio de diamantes Cindam Belgium N. V.”.
Y concluye: “Exportó, al menos, cuatro envíos de diamantes desde Liberia a Bélgica. La participación del querellado se enmarca tanto en su rol empresarial como en la supervisión in situ de la relación comercial de las empresas Blue Stone y DiAndorra a través del intermediario Alhaji Sekou Fofana”.
Eso se produjo en un momento en que la ONU había tomado conciencia de la masacre que se estaba produciendo en Sierra Leona y dado instrucciones para que no se compraran diamantes en ese país.
Este grupo, enfrentado por el poder y el control de los diamantes a otros grupos civiles y militares, en medio de la desolación y la muerte de miles de inocentes, llenaba en aldeas camiones de personas, incluido niños, a punta de cañón y les llevaban a las minas de Kono.
Como esclavos, para que arrancaran los diamantes de las entrañas de las peligrosas minas, en jornadas de sol a sol, bajo rifles. Para venderlos por armas.
La víctima y querellante contra Manuel T. se llama Aiah Ngekia, nacido en 1963. Cuenta la acusación sobre él: “Fue obligado a trabajar día y noche junto con otros 300 civiles, en condiciones inhumanas de vida, en las minas de Tombodu para extraer los diamantes”.
“Un capitán del Frente Revolucionario llamado Oficial Med estaba a cargo de recolectar los diamantes y entregárselos a Sesay».
«Asimismo, el Sr. Ngekia presenció cómo tres de sus amigos murieron en las minas durante este período. Uno de ellos fue asesinado porque pensaron que quería escapar, mientras que otros dos murieron de agotamiento por el trabajo esclavo”.
Y agrega: “También fue obligado a trabajar en la tarea de derribar un puente para facilitar el trabajo en las minas. Los rebeldes del Frente Revolucionario Unido obligaron a los civiles a trabajar en las minas de diamantes número 11”.
La cuestión es que el Frente Revolucionario necesitaba más y más diamantes para comprar armas con las que yugular a la población civil y a las formaciones rivales.
Y ahí es donde surgían los desaprensivos. Armas por diamantes, ajenos al sufrimiento que envolvían aquellas preciosas piedras.
El tribunal deliberará el día 12 si lleva a juicio a Manuel o bien entiende que los hechos han prescrito, en cuyo caso se iría de rositas.
Motivos para el juicio hay. Un juez de la Audiencia Nacional, el que decretó su prisión provisional, aunque luego quedó en libertad a la espera del juicio, entiende que sí hay sobrados indicios para enjuiciarle.
Y pruebas de la intervención de este español, que ahora vive en Brasil, cuanto menos en calidad de colaborador no activo del genocidio. Diamantes a cambio de muerte.
El fiscal no lo ve así, y además cree que los hechos, en su caso, han prescrito, porque los últimos datan de 1999. La acusación sostiene que no, que la actividad empresarial de Manuel T. llegó hasta al menos 2003. E incluso más tiempo, ya que los diamantes, aun siendo extraídos en Sierra Leona, se hacía pasar como que eran de Liberia, entre otras artimañanas.
La Sección II de la Audiencia pidió al juzgado instructor que cerrase la investigación sin procesar a nadie y se la elevase para, antes de nada, determinar si el proceso debe seguir o se archiva por prescripción.
La respuesta, a partir del día 12, bajo la sombra de los 70.000 muertos y 2,6 millones de personas desplazadas de sus haciendas.
Nos sirven en bandeja historias de todo tipo.
Algunas huelen a distancia desde años atrás,
Esto no es de hoy, el todo vale para lograr
fortuna es de toda la vida.
y los que pretenden aleccionar en una digna moral, pinchan en el globo, pero la elasticidad no permite que explote.
Es otra historia más de falta de principios, moral, dignidad, verguenza y toda forma de actuación de algunos desalmados que en una catarsis, al final de sus vidas, el viaje no les resultará tan placentero como haber llenado sus cuentas con dinero manchado, con muertes y miserias de seres humanos.
Son seres carentes de esa valía humana que con un minimo de decencia, nos conviérte en personas.
Mientras que en sus trayectorias de vida se han convertido en voraces animales, al carecer de toda piedad y humanidad.
Es necesario hacer un reseteo en los corazones, para creer en la humanidad de nuevo.
Es increíble lo que sucedió en Sierra Leona.