Hoy: 21 de febrero de 2025
El ex ministro de Transportes José Luis Ábalos ha llegado alrededor de las 10.00 horas de este jueves para declarar como imputado en el Tribunal Supremo (TS) por la presunta adjudicación de contratos públicos al empresario Víctor de Aldama y sus socios a cambio de comisiones.
Se trata de otro hecho insólito que alguien con la responsabilidad política que ha tenido el señor Ábalos declare como imputado en el Supremo acusado por delitos graves. Un hecho insólito en la democracia española, aunque por la reiteración de casos empieza a ser menos sorprendente. No olvidemos que hace solo unos días lo hizo también el actual fiscal general del estado, Álvaro García Ortiz, que dicho sea de paso, también dice que es más inocente que una princesa de Disney.
Tal vez lo más sorprendente, y desde luego extravagante, de la situación es que uno sigue siendo diputado porque así lo dispuso el secretario general de su partido, el presidente Pedro Sánchez, que lo despojó de su enorme poder cuando supo, entre otras cosas, que andaba con señoritas caras a las que pagaba salarios de ministro con el dinero de todos los españoles. Y el otro sigue en su puesto porque el señor Sánchez pone la mano en el fuego por él.
Ábalos, que no para de decir que hace “de cortafuegos” para que los turbios asuntos por los que es investigado no lleguen al resto del bosque, entiéndase que el exministro quiere decir para que el fuego no queme a dirigentes de más arriba, inicialmente estaba citado para el 18 de febrero, pero el instructor, el magistrado Leopoldo Puente, acordó posponerlo al día 20 después de que el abogado del ex ministro socialista así lo pidiera por un asunto personal del letrado.
El que fuese número dos de los socialistas y mano derecha del presidente acude hoy al Supremo sin el paraguas que le daba hasta ahora su condición de parlamentario y puede salir con medidas cautelares que podrían llegar hasta su ingreso en prisión provisional, aunque esta es una medida improbable. En todo caso se decidirá hoy tras su declaración en el desarrollo de una vistilla que sí acordará retirarle el pasaporte, como poco.
El ’caso Koldo’, que en realidad es el ‘caso Ábalos’, no ha parado de crecer desde que saltó a la luz pública con presuntos delitos y el exministro aparece en el centro de varias operaciones corruptas que él niega, pero que las pruebas conseguidas por la Guardia Civil parecen apuntalar.
Lo que en todo caso se está dirimiendo en el Supremo es la responsabilidad penal de un señor que deberá afrontar con la condena que decida el tribunal, si es que se produce, pero lo que no se acaba de ver por ningún sitio es por qué el señor presidente no asume su responsabilidad política.
Pedro Sánchez, conocedor o no de las fechorías de Ábalos, es responsable político por haberlo nombrado. En otro país ambas, responsabilidad política y penal, irían de la mano y así ha sucedido con ejemplos como Alemania. Pero eso en otro país que no sea la España de Rinconete y Cortadillo y tenga a Pedro Sánchez de presidente.