Hoy: 28 de noviembre de 2024
Cada vez que el Presidente de Gobierno anuncia que va a hacer una declaración institucional me temo lo mejor: ¡Va a presentar su renuncia!. Pero no. Me ocurre igual con los gritos que se suceden en el piso turístico junto al mío cuando llegan los fines de semana y sus fiestas y abandonos hasta la madrugada parecen no tener fin: “Ya callarán”, me digo. Pero no, como el Presidente y el muñequito de las pilas, siguen y siguen hasta el delirio.
Nos terminará pasando como a Antígona, a quien el tirano Creonte le había negado sus derechos políticos e institucionales y no le quedó más remedio que suspender su vida ella misma ahorcándose en una cueva solitaria: Hemón, el amor de su vida e hijo del dictador, al verla así, se suicidó también a su manera y más tarde Euridice, su madre, que no pudo soportar la muerte de su hijo… Aristóteles supuso que Antígona era el símbolo de una catarsis colectiva que, con los años y en nuestro caso, puede terminar en salvación. Mucho más cerca veo yo el abismo.
La declaración institucional era otra de las suyas: nunca reconocer sus errores y echarle la culpa a los demás.
pedrouve
Es un ser que incluso se pondria de pie sobre sus propios detritus, sencillamente, para elevarse sobre los demás pobres mortales.
Su prepotencia es tan enorme que está acostumbrado a desbordar su ridículo sin verlo, y de esta manera conseguir asomar la cabeza sobre todos los demás.
Que bien se lo montó poniendo de parapeto a los reyes.
Ahora sus televisiones compradas solo enfocan la parte en la que él no aparece.
Somos ya adultos y conocemos sus
indecentes maneras para hacer ver a los que no ven . pero los qué tenemos, el pensamiento libre
vemos su autentico fin con sus indignos y falsos pasos.
En esta vida todo se paga y sin piedad, lo malo es que todos sufriremos las consecuencias de sus
despiadados actos.
De acuerdo, amigo.