Cada vez se hace más difícil distinguir una obra de arte de una mamarrachada. Véase el tostón anual de la Feria de Arco donde una silla con las patas para arriba es considerada como inspiración suprema de los dioses. Y hay gente que se para, que hace fotos y hasta es capaz de enmarcarla en un sitio preferente de su casa.
Por el sólo motivo de ser región española amo a Cataluña sin el adorno impostado de sus singularidades, sin la prevalencia de su lengua, sin el ropaje con que la han vestido unas inquietas e inquietantes personas de negocios para salir de su propia inanidad y de paso llevarse “algunas perras” a casa. Nadie se atreve a soplar el castillo de naipes de sus diferencias porque el sol allí es el mismo y las flores de Las Ramblas y el hartazgo de los normales y el humo de las iglesias.
El alcalde de Barcelona ha mantenido la supresión de la Eucaristía en las fiestas de la Mercé, como si la raíz de todas las mercedes que allí se festejan no viniera de ese Pan que es regalo gracias al vientre de la Virgen María. Y el cartel que las anuncia este año es, cuando menos, una vulgaridad… Algunos se creen artistas porque aprendieron a pintar aladas musarañas en el viento.
Pedro Villarejo
Tan cierto como que algunos de estos creadores deberían quemar su obra acabada para evitar que el tiempo la deteriorarse, Se sentirían más plenos, su obra tendría sentido, y el favor al arte en general inmenso.