Las horas clavadas

27 de septiembre de 2024
1 minuto de lectura
Las horas clavadas.

Con una dulce señora que vive todavía coincidí en un viaje programado de esos que, a la hora de la tertulia o el descanso, acuden intimidades y confidencias. Era culta, entretenida y preguntona. A cada rato me pedía la hora. Salíamos de un museo: ¿”Qué hora es”?… Y así los dos primeros días. Al tercero me atreví:

-¿Por qué no usa reloj?

-Cuando pequeña estuve ingresada meses en un hospital donde sólo escuchaba: a tal persona le quedan dos horas o, aquella otra, de las doce no pasa… Y pensé en las horas que se clavan en los relojes de la memoria.

-Sin embargo, es en el corazón donde se acaba el tiempo, no en la muñeca…, le dije. Y se compró un reloj de mercadillo que, al menos, le duró todo el viaje.

pedrouve

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Julián Muñoz

Los vivos somos como somos, y como estamos siendo, hasta que nos llegue el final, que será como una luna

Muertes asistidas o crímenes camuflados

Para que no duelan tanto las palabras, se buscan eufemismos que intenten detener la hemorragia del asesinato

Clientelismo

En la famosa copla de La Parrala, unos decían que sí y otros decían que no, según se tenía ignorancia

Walt Whitman

Pasaban días enteros en que Federico García Lorca miraba a su alrededor para dolerse de lo que veía, como si