Prostitución y falsa moralidad

13 de septiembre de 2024
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Varias mujeres ejercen la prostitución en los alrededores de la calle Montera de Madrid. | Fuente: Javier Barbancho / Wikimedia Commons.
ALFONSO PAZOS

“Dos de las profesiones más antiguas de la historia de la humanidad son la prostitución y la política… Curiosa semejanza.”
— JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ JIMÉNEZ —

En el artículo publicado en este mismo medio el pasado 27 de diciembre titulado El Ministerio de la prostitución, ya apuntaba mi opinión sobre la prostitución y las posibles soluciones que se le pueden dar, dependiendo de a quien quieras proteger, y desde luego nuestro maravilloso gobierno no piensa en proteger a las trabajadoras del sexo, sino en parecer progres y acérrimos defensores de los derechos humanos pero sin llegar a serlo.

La prostitución, quitando la falsa y doble moralidad de la que más tarde hablaré, tiene distintos enfoques.
​Según las fuentes que se consultan existen en España entre 80.000 y 300.000 trabajadoras y trabajadores del sexo. Esto representa unos cuatro mil millones de euros y el 0,35 % del PIB. Si el trabajo sexual estuviera legalizado y se obligara a todos los trabajadores del sexo a darse de alta en la seguridad social en cualquiera de sus fórmulas, supondría un 33% de ese dinero como ingreso en las arcas del Estado: 1.333.000.000 de euros.

​Los políticos que tenemos son unos cobardes, que no piensan en las profesionales del sexo, tan solo piensan en los votos que ganan o pierdan con las leyes que promulgan.

El bloque de las izquierdas está a favor de la ilegalización, pero tan solo ponen trabas y aumentan la presión sobre los clientes y las profesionales del sexo. Con ello lo único que promueven son las estafas, la prostitución ilegal, forzada, y que las profesionales tengan que seguir llevando a cabo su trabajo en las esquinas de los polígonos industriales enseñando la mercancía, aún en invierno.

Promueven la ilegalización de la prostitución, pero se sirven de ella como Koldo y sus amiguetes o se enriquecen con ella como Begoña Gómez, nuestra amantísima presidenta, y su familia. Promueven abolir la prostitución, pero la de los pobres. Ellas se follan al líder supremo de los perroflautas y cobran un sueldo Nescafé para toda la vida, como la vicepresidenta, o se les pone una emisora de radio, antes te ponían un estanco, o un puesto de alto standing de funcionaria nivel 30.

Promueven la ilegalización de la prostitución, pero utilizan los servicios de chaperos, chicos jovencitos, de 15 o 16 años, dispuestos a que se la mame un viejo en el asiento trasero del coche oficial en el barrio de “La Palanca” de Bilbao.

El bloque de las derechas, sobre todo los de misa diaria y rosario a las cinco de la tarde no son tan extremistas, será por aquello que hizo Jesucristo con la prostituta, ¡sí, hombre! Cuando iban a lapidar a una mujer acusada de prostitución y Jesús se puso delante y les dijo aquello de “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra” y todos se marcharon con el rabo entre las piernas, que es donde se suele tener.

El bloque de derechas es un poco más coherente en este aspecto, o como poco, menos hipócritas. Se van de putas y luego a rezar y a confesar sus pecados. Se pegan unos tiritos de coca y se comen algún chochito tierno o unas pollitas quinceañeras, o contratan a un negro con una buena herramienta que les deje el culo en carne viva, y después se van a rezar el rosario. Como hacía Albertito. Se follaba, o lo que hiciera, con la querida, y después se iba a casa y le daba de hostias a la mujer. A la mañana siguiente iba a misa, se confesaba y listo.

​Lo que no confesaba era que él a quien le gustaría follarse era a Mar, pero Mar se follaba a sus amigos y a él no le hacía ni puto caso.

Los jueces, más de lo mismo. Dictan sentencias cobardes, dando la razón al gobierno. La prostitución es alegal y por lo tanto no puede haber una relación laboral legal que la ampare. Esa es la línea argumental de nuestros jueces. Pero después se van de putas, o de chaperos. Sucede lo mismo que con el juego. Es ilegal montar una timba donde se juegue dinero y la casa saque beneficio, pero hay jueces que van a esas timbas, como “El Alcayata” al que algún Comisario de la Policía tenía que salvar el culo porque aparte de borracho salía perdiendo lo que no tenía. Y encima desagradecido porque nunca le devolvió los favores.

​Algún juez apunta maneras, como el titular del Juzgado de lo Social nº 10 de Barcelona quien en el año 2015 dictó una sentencia que daba la razón a un profesional del sexo y establecía que sí era merecedor de tener su trabajo amparado en un contrato laboral. Lógicamente algún otro juez de más altas instancias se la quitaría, alguno que tenía una poltrona ganada a base de comer pollas.

Pero no nos confundamos. La falsa moralidad no es exclusiva de los jueces y de los políticos. El ciudadano de a pie también la utiliza. Dicen las encuestas que 3 de cada 10 españoles han ido de putas. ¡Y una polla como una olla! Eso no se lo cree nadie. Lo que ocurre es que no queremos reconocer que utilizamos el sexo de pago, unos porque en casa no tienen donde meterla y otros porque no les dejan meterla. Otros porque tienen que buscar fuera de casa las fantasías que sus parejas no les permiten llevar cabo y otros porque no se atreven ni a pedírselo.

​La prostitución debería estar legalizada y además subvencionada. Las profesionales del sexo, además de un buen orgasmo te dejan hablar y contar tus más íntimos secretos, como en el psicólogo, y además están protegidos esos secretos por la confidencialidad, no la del sacerdote que te escucha en confesión o la del abogado, sino esa tan vieja que dice: “Callados como putas”.

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