Ministerio de la prostitución

27 de diciembre de 2023
4 minutos de lectura
Pies de mujer con tacones. | Fuente: Europa Press.

Cuando usas el “espabilaburros” más conocido por Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y buscas el significado de “puta”, te remite al término “prostituta”. En dicha acepción se puede leer: “Prostituto, ta: Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero”.

Por lo tanto una persona es puto o puta si cobra por follar. Una mamada, como dejó claro Bill Clinton en el caso Lewinsky, no es mantener una relación sexual. Es puta o puto quien mantiene relaciones sexuales por dinero, sean 20 euros o 65 millones de euros. Sean 20 euros o sea un sueldo “Nescafé” para toda la vida. Sean 20 euros o sea una vicepresidencia del gobierno. Sean 20 euros o sea la dirección de un periódico digital. Sean 20 euros o sea un escaño en la Asamblea de Madrid. Sean 20 euros o sea un escaño en el Congreso de los Diputados.

Julia Roberts en Pretty Woman, (no sé exactamente por qué se titula así la película, ya que debería titularse “Puta bonita”) interpreta a una prostituta que tiene la gran suerte, esa que esperan todas las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo, de que un príncipe azul se enamore de ella y la saque de la “calle”.

Richard Gere interpreta a ese príncipe azul, ese empresario, millonario y guapo hombre que se enamora de la mujer que está dentro de la prostituta. Le promete “todo”, que es lo que le pide ella. En ese “todo”, no está solo el dinero, está el amor, el reconocimiento y el olvido, el pasar página y en no recordar su antiguo trabajo.

No todas las mujeres que se dedican a la prostitución encuentran a su príncipe azul. Algunas encuentran a su príncipe “morado”, y se les resuelve la vida de un día para otro. Follan o mantienen relaciones sexuales con el macho “Alfa”, se quedan embarazadas o no, y ya tienen un sueldazo de por vida, de vicepresidenta, de Diputada, de Jefe de prensa, etc.

Muchas mujeres no han tenido la gran suerte de estar en el momento adecuado en el lugar justo y poder formar parte de la historia como las “hembras” del macho “Alfa”. Eso sólo pasa muy de vez en cuando.

Irene pasó de vender bragas en un supermercado a Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Igualdad. Así redacta las leyes.

Dina, pasó de ser una politóloga marroquí, (tendréis que perdonar mi ignorancia, pero no se exactamente lo que es una politóloga) ayudante de Pablito en Bruselas, supongo que le ayuda a mantener la pica bien alta mientras la clavaba en Flandes o entre las piernas de su ayudanta, a ser la directora de un medio de comunicación financiado por Podemos.

Teresa tiene el asiento asegurado en el parlamento andaluz, Tania, lo mismo en el de Madrid. Su última adquisición es experta en idiomas, creo que domina muy bien cinco lenguas pero creo que las que más impresionaron a Pablito fueron el francés y el griego.

Ione Belarra, muestra en esta foto que sus tetas no necesitan sujetador. Es cierto, “las piernas sanas no necesitan muletas”, y esto lo dijo la actriz Ornella Muti en una película.

También nos demuestra que sus pezones se hinchan como castañas al roce de la lana de su jersey. Muy bien. La Señora Belarra hace con su cuerpo lo que le sale del coño, que para eso es suyo. Lo muestra cuando quiere y como quiere. Muy bien.

Pero eso mismo se lo tiene que aplicar a todas las mujeres, incluso a las que quieren alquilar su cuerpo, a las prostitutas. A las que lo quieran hacer voluntariamente, está claro. Que no son pocas.

Unas pocas lo harán por gusto, porque les gusta su oficio. Otras lo harán porque prefieren ganar seis, ocho o diez mil euros al mes abriéndose de piernas en vez de ganar mil euros limpiando portales, wáteres o cuidando al niño de la Marquesa de Galapagar.

Otras lo harán porque no llegan a final de mes, porque quieren darle a sus hijos una mejor alimentación, una mejor educación o algún que otro capricho que no pueden darles con su sueldo mileurista.

Sea por lo que sea, hay en este país muchas mujeres que se prostituyen voluntariamente, porque quieren. Nadie las obliga, nadie las chulea.

Sin embargo ustedes, las “chochos morados”, consideran que estas mujeres no pueden hacer con su cuerpo lo que les salga del coño, como hacen ustedes. Se arrogan el poder de decidir sobre lo que las demás mujeres pueden o no pueden hacer con sus cuerpos, en contra de lo que ustedes practican con los suyos.

Prohíben los anuncios de las prostitutas, persiguen a los clientes bajo amenazas más que anti constitucionales de sanciones administrativas, cierran las páginas web en las que se anuncian, intentan modificar el código penal para meter en la cárcel a quien contrate a una meretriz.

Y lo último que tienen que tragar estas mujeres que ya de por sí lo tienen difícil es que no las dejen enseñar sus cuerpos, darle publicidad a su herramienta de trabajo.

Esta mujer también pasa la prueba del lápiz con sus tetas apuntando hacia arriba como las de la Señora Belarra, pero no puede publicitarlas porque las hembras “alfa”, las “Pretty Woman” moradas “consejos venden pero para ellas no tienen”.

Lo único que están consiguiendo con sus políticas de acoso y derribo a la prostitución es darle a los chulos y las mafias de trata, más oscuridad y más posibilidades de seguir actuando a sus anchas.

Para poder reducir la trata de mujeres a la mínima expresión, ya que erradicarla será prácticamente imposible es normalizar, legalizar la prostitución como han hecho países valientes como Holanda o Suiza.

Para ello propongo la creación de un Ministerio de la Prostitución y ¿quién mejor para llevarlo que una mujer con un amplio currículo en la gestión de puticlubs y saunas gay? Por supuesto estoy hablando de Begoña, quien gestionaba los puticlubs de su señor padre antes de acceder al cargo que ocupa ahora.

Señoras “feminichurris” : hagan con su cuerpo lo que les salga del coño. Pero, eso sí, dejen que el resto de las mujeres hagan con el suyo lo mismo.

Alfonso Pazos Fernández.

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