La ciudad de Rosario

7 de agosto de 2024
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Ciudad de Rosario / cr

Los cuatro años que viví en Rosario los he presentado siempre como paradigma de felicidad, respeto, comunión, regalo y generosidad… ¡Cuánto me hubiese gustado prolongarlos! Aún conservo, después de tantos años, amigos tan limpios y fieles como aquellos rosarinos que se desvivieron por hacerme más fácil la vida. Los mantengo siempre vivos en la bandeja del pensamiento. Pablo Echenique ya no estaba allí: había decidido sentirse español en beneficio de una ciudad que no lo merece como hijo.

Nunca me ha parecido oportuno escribir sobre las hazañas de Echenique por respeto a que pudieran entender que hablo de sus limitaciones físicas. Jamás se me ocurriría. Aunque en el fondo no he escrito de Echenique porque me da tristeza su resentimiento, el veneno que no le deja mejorar. El pobre de Pablo ha pretendido nuevamente injuriar a los creyentes en Jesucristo manifestando, con motivo de la perversa santa cena de los juegos olímpicos, que el mundo se ha llenado de facho lágrimas. Yo, sin embargo, pido un milagro para él, para su modo de entender la vida, para que alguna vez venga la luz y le alumbre. Cualquiera luz que sea porque atisbo que está lleno de miedos, de cobardías antiguas… y es preciso que él también sea feliz.

pedrouve

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