Cuando la palabra pierde su valor

Muchos de nosotros, mayores, cuando nos reunimos hablamos y exponemos nuestros miedos, unos más realistas que otros. Siempre solemos llegar a la misma conclusión.

Se están creando enemigos cada día más, en este país que siempre fue amigable con sus conciudadanos y también con los que vienen a instalarse en nuestra tierra.

Están sonando demasiado fuerte esas campanas que nos avisan del peligro que nos acecha.
Recordad aquella película de Orson Welles, Por quién doblan las campanas.

Cuando dentro de tu país te sientes marcado, desamparado y con multitud de acciones, todas en detrimento de la mayoría de los ciudadanos, ves con estupor que la opinión pública no se mueve, con un inmovilismo que exaspera a muchos ciudadanos ante las injusticias que se multiplican día a día.

Es la muerte de la Democracia y, por tanto, de la paz, que hasta ahora nos cubría ante los países que mentirosamente se la han adjudicado, siendo una de las mentiras más aberrantes por sangrantes, que ahora se abrazan con el nuestro, sin disimulo alguno, y que son conocidos por su crueldad ejercida sobre sus propios súbditos.

Cuando se separan las comunidades para convertirse en estados propios, se rompe en mil pedazos la solidaridad entre todos los españoles. Esa acción romperá la unión de España. Entre pillos anda el juego, una película a tener en cuenta.

Nos están demostrando que tampoco somos iguales ante la ley. Incluso nuestra riquísima lengua, el español, lo van a declarar proscrito en algunas de esas comunidades que quieren convertir en apátridas a sus habitantes, unos saqueadores de leyes dignas para todos, y hacerlas a la medida de quienes nunca cumplieron con las leyes establecidas. La peor actitud es no amar tu Patria.

Malos gobernantes, con una voraz hambre de poder, son los adalides de marcar como a reses a los ciudadanos, según la región en la que vivan, y lo quieren implantar sí o sí.

España empieza a “hervir”, son demasiados frentes abiertos que nos están desnudando ante el mundo libre. Surgirá de nuevo ese antiguo pudor de nosotros solos y nadie conocerá la verdad de nuestra fuerza y poder.

Nadie es capaz de hablar claro y quitar las caretas a las mentiras despreciables de dirigentes con nula conciencia de estado.

Los conocemos uno a uno y sabemos cómo han trepado desde las raíces hasta la copa del árbol, del siniestro poder que están implantando sin freno y sin molestarse en disimularlo. Están demasiado seguros de su poder.

Cuando las injusticias producen muertos consentidos, es el momento de sopesar la inacción y decidirnos a no perder ni un minuto más, preparándonos para atacar con nuestras voces y sin miedo, a los cuatro vientos, esas malas artes de esos iluminados bastardos, que se vendieron por poder a los enemigos de la paz, y que exteriormente también pondrán en peligro la unidad de los países libres.

Somos la puerta de Europa y están viendo cómo a España la están desmembrando, solo por tapar los desaguisados y la cantidad de basura acumulada además de las triquiñuelas de los siervos de un “león sin dientes” para implantarle una dentadura postiza y así poder continuar rugiendo.

Ganar tiempo. Eso dicen y se conforman, mientras el pueblo, y eso es muy malo, se “encabrita” siendo demasiado peligroso, recordad que somos españoles y esa frase escrita en la historia: Como me conozco y os conozco, sé lo que sois capaces de hacer. Pensad a lo que nos estamos exponiendo.

Retroceded en vuestra memoria, los que la tengan, con suerte. Es para estremecerse y todo por culpa de alguien que se ama por encima de todo, incluso de sus más cercanos, todo por el poder y la gloria para sí mismo.

¡Recordadlo!