Me tomo el atrevimiento de ofrecer a los independentistas una lección de las muchas que aún no han aprendido. Veréis. El sicómoro es un árbol del que cuelgan higos pequeños y agrios, pero el especialista que sabe darle un tajo en sitio preciso de su ramaje, convierte la acritud del fruto en milagrosa dulzura. Les recomiendo a los queridos independentistas que busque a quien sea capaz de convertirlos en agradables y festejar con el resto de los españoles el unificador triunfo frente a la selección inglesa, que es una doble manera de sentirse ganadores.
Puede que haya, en esto de los sicómoros, alguna excepción: cuando los higos están secos, como la cara de Otegui, no creo que se pueda hacer gran cosa.
Tengo un especial aprecio por Bellingham al comprobar la sensatez de su juventud y la elegancia de su juego con el balón, pero ayer sufrí con su actitud un jarro de agua fría cuando, al perder, le dio a la neverita del césped una patada y dijo que se sentarían a analizar seriamente por qué habían perdido… Sencillamente, amigo, porque fuisteis peores… Y a ver cuándo devolvéis Gibraltar, que ya está bien.