Hoy se celebra el 40 aniversario del primer trasplante de corazón que se realizó con éxito de España, mayo de 1984, en el Hospital Sant Pau de Barcelona, de la mano de Josep María Caralps y Josep Oriol, y que marcó un hito en el avance de la Medicina. El paciente sobrevivió 9 meses.
Dos meses después, en julio de ese mismo año, el doctor Ramón Arcas llevó a cabo el segundo trasplante de corazón con éxito de nuestro país; y en septiembre de aquel mismo año, en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid, hoy pionero en estas prácticas, el doctor Diego Figuera lideró el tercer procedimiento de este tipo en España. Se trataba del primer trasplante cardíaco infantil a una menor de 11 años que a día de hoy, y tras un segundo trasplante, sigue con vida.
Anualmente, según datos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), se realizan unos 300 trasplantes anuales. Además, esta sociedad científica celebra que la supervivencia actual de un trasplantado cardiaco en España es del 80% al año; y del 70% a 5 años. Es más, resalta que «la mayor parte de los trasplantados tiene una excelente calidad de vida», tras una intervención de estas características.
Así, en 40 años son numerosos los avances que se han producido en este campo, según destaca el doctor Antonino Ginel, director del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Sant Pau, y expresidente de la Sociedad Catalana de Cirugía Cardíaca, «los mayores avances se han dado en la terapia con inmunosupresores, unos fármacos que se emplean para que el paciente receptor del corazón no rechace el órgano del donante».
Este doctor en Medicina, especialista europeo en cirugía cardiaca, y miembro de la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular, cuenta que es preciso un trasplante de corazón ante una situación de insuficiencia cardiaca terminal o avanzada, es decir, «cuando el músculo del corazón es incapaz de empujar la sangre con suficiente fuerza, sea del origen que sea».
«Hoy disponemos de mejores tratamientos para estos pacientes que hace 40 años; de manera que no todos los que en aquella época padecían insuficiencia cardiaca terminal y necesitaban un trasplante, hoy lo precisan. Las terapias de hoy hacen que su situación clínica mejore, su supervivencia aumente, y no todos llegan a esa situación de forma tan apurada, o bien llegan mucho más tarde a ella», remarca el doctor Ginel.
Desde la Fundación Española del Corazón (FEC), señalan que el trasplante está indicado en pacientes con insuficiencia cardiaca terminal (el corazón no se contrae adecuadamente, bombeando muy poca sangre a cuerpo), «con mala calidad y mala expectativa de vida, y sin respuesta al tratamiento médico óptimo o a la cirugía convencional»; y la mayor parte se realiza en pacientes con enfermedad terminal del músculo cardiaco (miocardiopatía dilatada o isquémica), con una función muy deprimida del ventrículo izquierdo; «con menos frecuencia se indica en otras situaciones especiales que producen daño irreversible del corazón y en algunas cardiopatías congénitas».
Habitualmente, según reconoce el especialista del Hospital Sant Pau, los corazones proceden de un donante fallecido, «un acto de generosidad que nunca sabremos comprender», pacientes que fallecen por un proceso agudo, jóvenes por lo general.
«El trasplante cardiaco supone una posibilidad de tener una vida activa y razonablemente normal para pacientes que, sin este tratamiento, tendrían una muy mala expectativa de duración y calidad de vida», destaca la FEC en este sentido.
Con ello, el doctor Ginel, del Hospital Sant Pau, apunta que el proceso de trasplante de corazón surge cuando aparece un potencial donante. Éste entra en la red de donantes, en su caso la Organización catalana de donantes. En ese momento, se busca al primer paciente que se encuentra en la lista de espera, según nos cuenta, para optar a ese corazón, y se coordina el ingreso del paciente receptor antes del eventual trasplante.
Cuenta que las extracciones son normalmente multiorgánicas, y en ese momento se verifica que el corazón es apto para trasplante, pero aún no se extrae. Una vez confirmado, se inicia el tratamiento inmunosupresor en el paciente receptor, encaminado a evitar el rechazo del órgano ajeno, antes de entrar en quirófano.
«Después, el paciente receptor entra en quirófano, se prepara la cirugía, y es cuando tiene lugar la extracción de verdad. Cuando el nuevo corazón está entrando en el hospital, se empieza la extracción del corazón del receptor, y para eso se le conecta a una ECMO (máquina de circulación extracorpórea) que mantendrá la función del corazón y de los pulmones del paciente. El nuevo corazón se implanta, y se conectan todas las arterias y las venas con el nuevo receptor u hogar», agrega.
En el momento de la extracción recuerda este experto que se inyectan unas sustancias de preservación de órganos que hacen que el corazón donante sea capaz de soportar un tiempo sin riego sanguíneo, como para garantizar todo el proceso de extracción, traslado, e implante.
Una vez terminado el implante y las conexiones del nuevo corazón con su nuevo hogar, según prosigue, es entonces cuando éste recibe sangre oxigenada en el receptor. «Todavía el paciente está en circulación extracorpórea. El nuevo corazón recibe sangre del propio paciente. El corazón comienza a latir, y cuando lo hace, poco a poco se desconecta de la máquina de circulación extracorpórea. Se le cierra al paciente y se le traslada a cuidados intensivos», añade.
Todo este proceso es «bastante complejo», tal y como reconoce este cirujano cardiaco, porque hay que coordinar a muchas personas y traslados, a veces en helicóptero. «Es una labor logística más compleja de lo que una persona pueda pensar», incide el doctor Ginel.
Prácticamente todo ha cambiado de 40 años a ahora, según destaca; si bien, a su juicio, hay varios puntos a destacar. En primer lugar, cita que la técnica quirúrgica del trasplante se ha conseguido adaptar a nuevos retos, como pacientes que han sido operados muchas veces, o bien que padecen cardiopatías congénitas con una anatomía diferente.
Después, sostiene ese especialista del Hospital Sant Pau que la preservación de órganos «ha mejorado mucho», y no han parado de hacerlo en estos años, con tiempos de isquemia mayores (sin riego), y con mayor seguridad que entonces.
«Pero el mayor avance de todos (como hemos contado antes) ha sido en la mejoría del tratamiento inmunosupresor. El trasplante como técnica quirúrgica se empezó a desarrollar a finales de los 60 en Sudáfrica, pero clínicamente no fue una herramienta que se pudiera emplear con frecuencia. El tratamiento inmunosupresor no era eficaz, y no lo fue hasta el 82. Esto supuso el arranque clínico del trasplante a nivel mundial, y apenas dos años después, en 1984, ya se hacía en España, en el Hospital Sant Pau en primer lugar. Hasta entonces el rechazo era muy grande», remarca.