42 años del 23-F: el día que España contuvo la respiración

23 de febrero de 2023
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Tejero
El golpista, Antonio Tejero, en una imagen icónica del 23 de febrero de 1981. | Fuente: Antena 3

Cuando Tejero entró al Congreso de los Diputados al grito de “¡Quieto todo el mundo!” sonaron los ecos de la guerra civil y de una más que posible involución democrática

Se cumplen 42 años del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, una efeméride que, al menos, por lo que se sabe a cuenta de la versión oficial, fue una circunstancia crítica para el proceso democrático que estaba viviendo España. Ese día era la votación de la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, quien a la postre acabó siendo presidente tres días después, el 26. Casi un mes antes se había producido la dimisión de Adolfo Suárez, el 29 de enero.

Pues bien, el pleno del Congreso de los Diputados había comenzado a las 17:00, cuando a exactamente a las 18:23 irrumpió el teniente coronel de la Guardia Civil el hemiciclo: “¡Quieto todo el mundo!”. Al mismo tiempo, un contingente de 200 guardias civiles le acompañaron.

Al ver que Tejero entró en escena, el vicepresidente del Gobierno y capitán general del Ejército, Manuel Gutiérrez Mellado, -de rango superior- tuvo un encontronazo con Tejero ya que el vicepresidente le ordenó que parara esa tropelía que estaba cometiendo. De esta manera, mantuvieron un forcejeo en el que otro guardia civil le ayudó a zancadillearle, aunque no consiguen tirar al suelo. Acto seguido, tras ese episodio, Tejero junto con otros guardias comenzaron a disparar al techo del hemiciclo y descargaron varias ráfagas de fuego de subfusiles. De hecho, todavía se mantienen las marcas de bala recordando lo ocurrido.

En el momento de esos disparos, tres líderes políticos aguantaron el chaparrón con toda dignidad. Todos los diputados se tiraron al suelo excepto el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, el líder del Partido Comunista Santiago Carrillo y el propio Gutiérrez Mellado.

Minuto a minuto del 23-F. | Fuente: RTVE

Mientras tanto, el capitán general de la II Región Militar, Jaime Milans del Bosch, se unió al golpe: declaró el estado de excepción y sacó los tanques a la calle. Los desplazó hacia lugares clave como el ayuntamiento o la Delegación del Gobierno.

España contuvo la respiración en ese momento, los ecos de la guerra civil todavía se escuchaban y gran parte de la población pensó que podría haber un proceso de involución democrático y que se podría desandar todo lo avanzado en la Transición. Como todo alzamiento militar que se precie, la censura es un elemento fundamental para que prospere. Tres escuadrones blindados ocuparon la sede de RTVE en Prado del Rey para maniatar a los medios públicos y denegar el derecho a la información. Radio Nacional de España solo pudo emitir marchas militares hasta las 21:00 horas. Por ese motivo, la radio se convirtió en un elemento esencial puesto que las televisiones privadas no existían en ese momento. De ahí, el gran papel que ejerció la Cadena SER en la que se denominó “la noche de los transistores” puesto que todos los españoles estaban pendientes del devenir de los acontecimientos pegados a su radio.

Tejero se llevó del hemiciclo a Suárez, Gutiérrez Mellado, Felipe González, Agustín Rodríguez Sahagún, Alfonso Guerra y Santiago Carrillo y los recluye en las dependencias del Congreso. Paralelamente, se informó a las 21:00 de la creación de un nuevo Ejecutivo provisional, encabezado por Francisco Laína junto a los subsecretarios de todos los departamentos ministeriales ya que el Gobierno efectivo se encontraba secuestrado en el Congreso.

Casi al filo de la medianoche, a las 23:50 apareció el general Alfonso Armada, la presunta autoridad militar competente que iba a hacerse cargo de la situación, según había anunciado el capitán del la Guardia Civil Jesús Muñecas Aguilar con anterioridad. Se propuso él como presidente del Gobierno con ministros de todos los partidos en una suerte de gobierno de concentración, algo que Tejero rechaza puesto que también estaban el PSOE y el PCE, partidos que repudiaba, así como todas las formaciones políticas que habían concurrido en las elecciones.

Juan Carlos I se dirige a la nación y para el golpe

Entonces fue cuando entró en escena el que finalmente provocaría que el golpe de Estado se frustrara definitivamente: el rey Juan Carlos. A la 1:14 de la madrugada, ataviado con el uniforme de capitán general de las Fuerzas Armadas, manda un mensaje contundente al país a través de la radio y la televisión a favor de la democracia. “La Corona no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”, aseguró.

Previamente, había ido uno por uno hablando con las autoridades militares convenciéndoles de que no se sublevaran. Contactó con Milans del Bosch y le ordenó que retirara los tanques y que abortara el estado de excepción.

Ricardo Pardo Zancada, comandante de infantería, acudió en auxilio de Tejero con 113 hombres de la Policía Militar de la Acorazada Brunete, pero ya el golpe se había acabado. Desde las 10:30 del día siguiente, el 24 de febrero, alrededor de 10 guardias civiles se entregaron a la Policía Militar, en una imagen inolvidable en la que saltan por las ventanas del Congreso.

Finalmente, a las 12:15 liberan a todos los diputados y se desaloja la Cámara Baja. Antonio Tejero se acaba entregando tras unas negociaciones. 18 horas pasan desde que Tejero entra por la fuerza de las armas en el Congreso hasta ese momento.

Las consecuencias de este episodio histórico fueron, por una parte, la legitimación de Juan Carlos I en la Jefatura del Estado. Tras el franquismo poca gente confiaba en él y en la vuelta de la monarquía, que era heredera del régimen anterior. Hay que recordar que Juan Carlos es designado por Francisco Franco como sucesor a título de rey en julio de 1969 bajo el amparo de la Ley de Sucesión de 1947, nombramiento que avalaron las Cortes franquistas el 22 de julio de ese mismo año. O bien se optaba por la república desde los ámbitos más progresistas, o bien, por una suerte de continuismo del régimen del dictador Franco desde los sectores más reaccionarios. Finalmente, se eligió transitar el camino hacia la democracia con la ayuda de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno.

Por otra parte, el 23-F supuso la consolidación de la democracia en España, que con la llegada de Felipe González al año siguiente y su aplastante victoria en las elecciones de 1982, se acabaría apuntalando con carácter definitivo.

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