En la contraportada del primer libro que escribí con 27 años, aparece mi foto con una cabellera tan densa que hoy, a la vista de las nuevas realidades, se podría creer que fue un montaje. Contemplamos a grandes personajes del cine que suscitaron envidias en su tiempo y que hoy sólo pueden ofrecernos compasión… Es verdad que las procesiones van por dentro, pero no olvidemos que, por fuera, van también.
Sin embargo, el Presidente de los Estados Unidos mantiene como puede en su pelambre dorada una verdad sólo aparente. Su peluquero debe soñar con qué artesanías sostener, al día siguiente, el andamiaje del tupé presidencial y procurar que no parezca un viejo canoso y desaliñado. Trump no se da cuenta de que, por mucho que le quede no le puede quedar mucho, y por eso navegan sus decisiones entre invocar a Dios y creerse que el Dios invocado es él mismo.
El día en que Dios decida ponerle aranceles para entrar en su gloria, se dará cuenta que es un donnadie a quien se le ha ido para siempre el peluquero. Mientras, este corsario de la chulería va a dejar calvos a medio mundo, sin champán, sin aceitunas y sin vino.
pedrouve
El Candil proyecta con fina ironía. No es necesario acudir a exabruptos para describir a personajes que creen ejercer un poder omnímodo. Serian guiñoles de cualquier farándula si no inspiraran tanto miedo como el arsenal del que hacen gala.
cuanta razón tiene el autor. Trump está loco