Vivimos de asegurar cosas, promesas y certidumbres que luego no sabemos, o no podemos, cumplir. No son aconsejables los engaños, salvo a los que nos preguntan insensateces que no deben ser contestadas sino con sus falacias correspondientes.
Sin ir más lejos, pudo ser evitable la promesa incumplida del gran Gila, dispuesto a irse de España si ganaban las derechas. Ganaron y se quedó, porque aquí se sigue entendiendo extraordinariamente su humor y no era cosa de exiliarse a los aclamados sitios del hambre.
Un reconocido diputado de Esquerra Republicana, advenedizo por origen en la región que habita, anunció a bombo y platillo su ajustada temporalidad en el escaño… Lleva años perforando el asiento y no se ven horizontes que anuncien el cumplimiento de su promesa.
Esas algaradas podían haberse evitado porque nada añadían a sus talentos. Ahora, sin embargo, quedaron como mentirosos. El primero, seguirá contando chistes sabrosos en el cielo; el otro, por tiempo impredecible, los seguirá contando en la tierra.