Una persona que viva 80 años habrá pasado más de 17 de su vida adulta utilizando Internet, según un informe
No cabe duda de que pasamos gran parte de nuestro tiempo conectados, ya sea para entretenimiento, información, trabajo o para mantenernos cerca de nuestros seres queridos. Sin embargo, no siempre somos conscientes de cuánto tiempo dedicamos a la vida en línea ni de los riesgos asociados a estos nuevos hábitos. Las soluciones que sugieren simplemente “desconectarnos” suelen ignorar lo más importante.
Según el informe anual más reciente de la consultora DataReportal, los usuarios de Internet entre 16 y 64 años pasan en promedio seis horas y 40 minutos al día navegando en la web. Esto equivale a unas 47 horas semanales y alrededor de 101 días al año. Así, una persona que viva 80 años habrá pasado más de 17 de su vida adulta utilizando Internet.
Muchos de nosotros pasaremos tanto tiempo en Internet como en nuestra infancia y adolescencia combinadas… ¿cuáles serán las consecuencias? Para el profesor y académico neerlandés Lovink Geert, los riesgos de esta vida digital son claros: la constante presencia en línea genera malestar y contribuye al deterioro del bienestar mental.
El papel dañino de las redes sociales
Con una visión crítica, Lovink pone el foco en las redes sociales, a las que acusa de fomentar un compromiso pasivo, desalentando el pensamiento crítico y erosionando las conexiones humanas significativas, lo que termina afectando nuestro bienestar personal.
“¿Qué significa que todos reconocemos el componente adictivo de las redes sociales, pero ninguno parece considerarse un adicto? Hipnotizados por el hechizo de lo social y guiados por las opiniones de nuestro círculo, nuestras rutinas empiezan revisando las historias recientes, eligiendo una reacción e interactuando con quienes nos mencionan”, escribió Lovink en su ensayo Tristes por diseño.
No se trata de culpar exclusivamente a las redes sociales por nuestro malestar cultural ni de pensar que todos las experimentan de la misma manera. Aunque también pueden ser espacios de conexión y alegría, esto ocurre a pesar de su diseño, no gracias a él, ya que estas plataformas están construidas para maximizar ganancias, no para fomentar bienestar.
Salir de este ciclo es “un privilegio”
El investigador estadounidense Matthew Lapierre sostiene que no debemos preocuparnos tanto por el tiempo frente a la pantalla, sino por la calidad de ese tiempo. Dejar una serie en streaming abierta mientras hacemos tareas del hogar o salimos a correr no es tan dañino como pasar 40 horas a la semana sentado frente a la pantalla sin moverse.
Lo cierto es que las soluciones que sugieren desconectarse o reducir nuestro “consumo digital” suelen omitir un aspecto crucial: la posibilidad de salir del ciclo de las redes sociales es, en muchos casos, un privilegio disponible solo para quienes tienen trabajos o estilos de vida que lo permiten. Para el resto, se trata de no lamentar demasiado el tiempo perdido y enfocarse en generar interacciones más significativas dentro del entorno digital.