Hoy: 15 de noviembre de 2024
La investigadora María Gasset, del Instituto de Química-Física Blas Cabrera, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha reclamado la presencia de autoinyectores de adrenalina en espacios públicos, como lugares de tránsito o centros escolares, del mismo modo que sucede con los desfibriladores, con el objetivo de prevenir los ingresos por anafilaxia inducidos por alergias alimentarias.
Así lo ha indicado la química española este miércoles, durante la IV Jornada de Formación Científica para Periodistas Ciencia al Día: Alergias alimentarias, avances en investigación y perspectivas futuras, que ha organizado la Fundación PharmaMar en colaboración con la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), una intervención de la que informa EP.
Gasset ha añadido que ayudaría mucho a las personas alérgicas un “avance” en el etiquetado de los alimentos que reduzca el “miedo” a viajar que tienen muchos de ellos, producido por la inseguridad de no saber si podrán comer en lugar de destino. Ya que señala que la norma sobre cuáles son los alérgenos que debe recoger el etiquetado y los símbolos con los que deben atribuirse son diferentes en cada país. “Esto quiere decir que si nos vamos de Madrid a Japón nos podemos encontrar con un etiquetado totalmente distinto”, ha indicado.
Uno de los desafíos que se plantean es “educar y entrenar” al entorno de la persona alérgica, algo especialmente relevante en el caso de los menores, ya que dependen en mayor medida de sus cuidadores. Este entorno, según ha detallado Gasset, incluye a la familia, al colegio y al ámbito social en su conjunto. “Si tienes un niño alérgico, ese niño alérgico tiene derecho a ir a comer fuera, a una fiesta, al colegio, a viajar, y hay que dar una seguridad”, recoge EP.
Este trabajo tan solo persigue prevenir riesgos. En los últimos 20 años se ha dado un “notable” incremento de casos de alergias alimentarias. Sobre este asunto, la investigadora del CSIC ha subrayado que “determinar cómo, cuándo y dónde (se está dando este aumento) es difícil”, ya que existen distintas formas de medición. Sin embargo, ha apuntado que, atendiendo a los ingresos en UCI por anafilaxia, la cifra estimada se sitúa entre el cinco y el ocho por ciento de incremento.
Ha puesto de ejemplo los estudios practicados en Australia, donde los ingresos por anafilaxia en niños habían aumentado hasta cinco veces entre 1994 y 2004. En Hong Kong, otro estudio indica una duplicación de ingresos entre 2008 y 2018. Mientras, en España, un estudio publicado en 2015 revela que los ingresos habían aumentado hasta un cinco por ciento en la franja de menores de un año.
Para María Gasset, en los cambios en la dieta, las alteraciones en la microbiota intestinal y la incorporación de mayores hábitos de higiene podemos encontrar las posibles causas de este ascenso de casos de alergia alimentaria.
Según la química española, en la actualidad, se considera que existen nueve alimentos que causan el 90% de las alergias: leche, huevo, pescado, marisco, cacahuete, frutos secos, soja, trigo, sésamo. En el caso de España, la mayoría de alergias se atribuyen al melocotón, pero sería como secundario de una alergia al polen; al pescado y marisco en las zonas de costa, como secundarios a una alergia a los ácaros; y a la leche y los huevos.
Las alergias son un tipo de reacción adversa a los alimentos, según la investigadora, son reacciones inmunológicas rápidas mediadas por inmunoglobulina E (IgE). Pueden ser episódicas, como puede ser el caso de la alergia a la leche o al huevo, o persistentes, como sucede en el caso del pescado o el cacahuete. Si se da una reacción leve o moderada, sus síntomas pueden incluir urticaria, dolor abdominal, vómitos o diarrea. Mientras, en los casos graves esta cursa con anafilaxia, que puede resultar letal.
Para llevar a cabo un diagnóstico clínico de alergia alimentaria, ha puntualizado que existen diversas pruebas. Estas serían una revisión de la historia médica, un análisis de los nivees de IgE, la activación de basófilos, la prueba cutánea y la prueba oral doble ciego controlado con placebo, informa EP.
En cuanto a los tratamientos, María Gasset ha celebrado la introducción de terapias emergentes para tratar las alergias, ya que, según ha señalado, hasta hace cinco años “todo se basaba en dietas de evitación”. Ahora las sociedades científicas se han puesto de acuerdo en recomendar la introducción temprana de todos los alimentos sólidos en neonatos, que la madre se exponga de forma completa a la comida durante la gestación y la lactancia, y también aconsejan la suplementación de vitamina D y ácidos grasos omega-3.
Otra de las terapias emergentes destacadas por Gasset y que ha recogido EP, ha sido la inmunoterapia oral o escalera de desensibilización. Esta consiste en ir exponiendo al paciente a dosis crecientes del alérgeno. La científica lo ha ejemplificado con una persona alérgica al pescado. En su caso, se la expondría una semana a caldo de pescado, luego a pescado enlatado, como el atún, que contiene poco alérgeno. Si esto no provoca reacción, la persona seguiría subiendo escalones hasta llegar a ser capaz de comerlo y, en caso contrario, volvería al paso anterior.