Hasta 25 sociedades científico-médicas españolas han publicado un manifiesto conjunto en el que denuncian el impacto del alcohol en la salud pública. Aseguran categóricamente que «no existe ningún nivel de consumo beneficioso para la salud», por lo que rechazan expresiones como ‘consumo moderado’ o ‘consumo responsable’. Subrayan que «ningún profesional sanitario debe recomendar el consumo de alcohol» y llaman a promover la idea de que «cuanto menor sea el consumo, mayores serán los beneficios para la salud».
Reconocen que eliminar totalmente el consumo puede no ser una meta inmediata para toda la población, pero insisten en que debe ser innegociable en ciertos grupos: menores, jóvenes, embarazadas, madres lactantes y conductores. En estos casos, la abstención debe ser un objetivo firme de salud pública.
El manifiesto propone aumentar los impuestos sobre el alcohol alineándolos con la media europea, con un componente fijo y otro proporcional al contenido alcohólico. Esta medida buscaría reducir el consumo, especialmente entre menores y personas vulnerables.
También se reclama una regulación estricta de la publicidad y el patrocinio de bebidas alcohólicas, tanto en medios tradicionales como digitales, incluyendo a influencers. Lugares frecuentados por menores, como escuelas y recintos deportivos, deben ser espacios libres de promoción de alcohol. «Las bebidas 0,0 también deben estar incluidas en esta regulación por evocar el consumo de bebidas alcohólicas y servir de puerta de entrada a personas que no deben consumir alcohol», advierten.
Otra medida clave es el desarrollo de un etiquetado obligatorio que informe sobre el contenido energético, riesgos para menores, embarazadas, conductores y sobre los efectos generales para la salud, como la relación con ciertos tipos de cáncer. «Este etiquetado tiene evidencia científica en la reducción del consumo de alcohol… Las personas consumidoras tienen derecho a esta información», afirman.
Además, proponen reforzar la vigilancia del consumo en la vía pública, con medidas municipales efectivas. Las sanciones podrían sustituirse por programas educativos, y se debería intensificar el control de alcohol al volante, con el objetivo “0,0”.
Por último, reclaman un control más estricto en la venta de alcohol: regulación de horarios y puntos de venta, eliminación de promociones como el 2×1 y limitación de premios o sorteos orientados a jóvenes. También plantean desarrollar programas educativos preventivos en escuelas, mejorar la asistencia sanitaria, eliminar el estigma hacia quienes buscan ayuda y promover alternativas de ocio saludables y sin alcohol.