Una investigación realizada por las universidades de Copenhague y Bristol ha demostrado que un análisis genético temprano puede ser útil para prever el riesgo de obesidad en la vida adulta.
El estudio utilizó información genética de más de cinco millones de personas para desarrollar una herramienta llamada puntuación de riesgo poligénico (PGS), que ha mostrado una fuerte asociación con el índice de masa corporal (IMC) desde los primeros años de vida.
El PGS combina el efecto de miles de variantes genéticas vinculadas al aumento del riesgo de obesidad, especialmente aquellas que influyen en el apetito a través del cerebro. Esta puntuación permite identificar a niños con predisposición genética a la obesidad antes de que otros factores como el entorno o el estilo de vida empiecen a influir, lo que abre la puerta a intervenciones preventivas más efectivas desde edades tempranas.
Según los investigadores, este enfoque podría ayudar a establecer estrategias personalizadas para prevenir el sobrepeso infantil y sus consecuencias a largo plazo. La clave del éxito de esta puntuación radica en su consistencia: predice el riesgo de obesidad de forma estable desde antes de los cinco años hasta la adultez.
Para validar la efectividad del nuevo PGS, los científicos utilizaron bases de datos con información genética y física de más de 500.000 personas, como el estudio Niños de los 90. Comprobaron que esta nueva herramienta duplicaba la eficacia del mejor método anterior para predecir la obesidad.
Los autores destacan que la obesidad es un problema complejo, influido por múltiples factores como la genética, el entorno y los hábitos de vida. Por eso, identificar a los individuos en riesgo desde la infancia puede ser crucial para aplicar medidas de prevención más precisas y eficaces a lo largo del desarrollo.