Es sabido que el urbanismo ha sido tradicionalmente un semillero de
chanchullos y corrupción en los Ayuntamientos españoles. Las sentencias de los tribunales penales y contenciosos así lo ponen reiteradamente de
manifiesto.
Los artificialmente altos precios del suelo, los enormes márgenes de ganancia del negocio inmobiliario y los pingües réditos que algunos políticos y funcionarios obtienen con sus coimas y cohechos en este sector de la actividad económica hacen que la opinión pública se muestre vigilante y recelosa en todo lo que afecta a presuntas irregularidades relacionadas con el suelo urbano.
En la almendra central de Madrid, y más aún en determinados barrios como Salamanca, Chamberí o Retiro, en que el precio de la vivienda y de los garajes alcanza cantidades astronómicas, el Ayuntamiento de la capital sufre la presión de promotores, constructores y determinados vecinos bien posicionados políticamente para obtener ventajas y beneficios indebidos, sorteando la ley.
El 26 de junio de 2025, el editor de este medio dirigió un escrito al alcalde de Madrid, el popular José Luis Martínez-Almeida, poniéndole de manifiesto un incidente de riesgo, del que pudo haber sufrido graves lesiones, ocurrido a primeras horas de la tarde del día 24 de junio anterior en el céntrico barrio de Salamanca de Madrid, en el que reside la burguesía que vota en masa al Partido Popular.
El lugar en que ocurrió el incidente fue un patio interior de manzana que tiene entrada por la calle Montesa, y está situado entre esta y las calles Padilla, Alcántara y Ortega y Gasset.
Es decir, en pleno barrio de Salamanca, una de las zonas más colmatadas y
bien urbanizadas de la capital de España, en el que residen familias de alto
nivel de vida y en el que el precio de las plazas de aparcamiento puede llegar a superar los 100.000 euros.
Este patio de manzana, al que dan varios edificios, es de considerable tamaño, si bien es de piso de tierra, sin ningún vial asfaltado para que circulen los coches, carece de aceras para paso y deambulación de peatones y en el mismo se hallaban aparcados al momento de los hechos ocurridos el 24 de junio múltiples automóviles.
En el escrito (registrado por el Ayuntamiento el 27 de junio de 2025 con el
número 2025/963510) se hacía saber al alcalde Martínez-Almeida que, hallándose en dicho patio de manzana, el director de este digital estuvo a punto de ser embestido y atropellado por uno de los vehículos que en ese momento, y entre nubes de polvo, circulaban, a considerable velocidad, por dicho patio.
El vehículo no se detuvo y se introdujo en uno de los garajes que dan a dicho patio y que carecen de viales asfaltados de acceso, sin poder percatarse de su matrícula.
Se puso en conocimiento del alcalde Martínez-Almeida la situación del citado patio de manzana y el peligro que la misma constituye para quienes acceden al mismo y para los ocupantes de vehículos, al moverse y aparcar estos en su interior de manera anárquica y sin sujeción a señalización alguna, que no existe, todo ello en contra de lo previsto por la Ley del Suelo de Madrid.
Pues bien, a pesar del tiempo transcurrido ni el Ayuntamiento de Madrid ni su alcalde se han tomado la molestia de contestar ese escrito. Silencio
administrativo.
Puede ser que a José Luis Martínez-Almeida le cogiera ese escrito disfrutando de su merecida baja parental, pero alguien, como la vicealcaldesa, hubo de desarrollar durante ese tiempo sus funciones; puede que alguien le haya ocultado la cuestión; o puede que le interese más el tema del aborto, sobre el que hace declaraciones no muy afortunadas políticamente en vez de ocuparse de los problemas de la ciudad que rige.
Pero también es posible imaginar, en mera hipótesis, que haya presuntos
intereses que lleven al alcalde a pensar que es mejor no hacer nada que hacer cumplir la ley.
Algunos de sus votantes del barrio de Salamanca tal vez estén muy satisfechos ante la inacción del Ayuntamiento que tolera que en el cogollo de dicho barrio exista una situación tan irregular y peligrosa como la que supone ese patio de manzana, propio de una ciudad sin ley, en la que cada uno hace lo que puede y le viene en gana.
Aunque cada uno no. Siempre son los mismos, los cercanos al poder o los
capaces de sellar, con sus influencias, su cercanía o su dinero, la boca a la
Administración.
Este medio ha comprobado que a día de hoy la situación continúa siendo la
que se describe en el escrito de 26 de junio de 2025. El problema es que con esta inacción municipal se está perpetuando en el tiempo no solo una situación ilegal sino de extraordinario peligro para la integridad de las personas.
Personas que en cualquier momento pueden sufrir lesiones o resultados más graves como consecuencia del desorden que impera en ese lugar por el que, entre nubes de polvo, circulan a gran velocidad, por un solar de tierra y sin viales asfaltados y señalizados para ello, vehículos en dirección a garajes cuyas entradas dan a ese patio, mientras que otros aparcan en el mismo como pueden.
Cuando a algún ciudadano esta situación le cueste la vida o sufra lesiones el
alcalde Martínez-Almeida saldrá en los medios con rostro compungido, y
echará balones fuera diciendo que desconocía la situación, pero que adoptará de inmediato medidas para que cese, exigir responsabilidades y que, además, la Corporación se personará en el eventual juicio como acusación particular.
Pues bien, resulta que fuentes del Ayuntamiento de Madrid han proporcionado a este medio una resolución de la Sección de Disciplina Urbanística y Procedimiento Sancionador del Distrito de Salamanca de fecha 6 de noviembre de 2024 (es decir, de hace casi un año), firmada por la Jefa de Servicio doña Amelia Ávila Alcantarilla, recaída en el expediente de disciplina urbanística número 104/2024/03833, en que se requiere a los propietarios del patio de manzana de que se trata para que soliciten licencia o lleven a cabo conforme a ella las obras de implantación de un garaje de aparcamiento en superficie.
En dicha resolución se afirma que el 30 de septiembre de 2024 se ha
constatado, por el Servicio de Medio Ambiente y Escena Urbana de la Junta de Salamanca, tras una visita de inspección al patio interior de manzana a que nos referimos, que siguen estacionados vehículos en el mismo.
Y por ello imperativamente se acuerda, conforme a la Ley 9/2001, de 17 de
julio, del Suelo de la Comunidad de Madrid, que el alcalde “dispondrá la
suspensión inmediata” del uso del suelo.
Es decir, que don José Luis Martínez-Almeida, que en su tan cacareada
condición de Abogado del Estado no puede alegar que ignore lo que esta
resolución significa, o no controla a su Administración o presuntamente lleva meses transigiendo con el palmario incumplimiento de una resolución firme.
Y permitiendo un uso del suelo contrario a la norma y, sobre todo, de notorio riesgo para las personas y los bienes habida cuenta de las condiciones en que se viene utilizando ese patio.
Pero tal vez el desorbitado precio del suelo y las plazas de garaje en el barrio de Salamanca, los intereses económicos o las relaciones políticas de algunas de las personas que hacen uso de ese patio y de los garajes a los que por el mismo se accede sin ningún tipo de vial asfaltado ni de regulación, el precio de trazar y urbanizar los preceptivos accesos u otras circunstancias que saldrán a la luz sea lo que justifique la falta de diligencia del Ayuntamiento de Madrid (tan celoso de hacer cumplir sus normas y ordenanzas en otras ocasiones) para ejecutar su propia resolución de 6 de noviembre de 2024, que, según nuestras fuentes municipales, es firme y ejecutiva.
Estaríamos, pues, presuntamente, ante un asunto poco transparente, confuso, poco claro o, incluso, de dudosa licitud, como define la Real Academia Española el adjetivo “turbio”.
En definitiva, puede deducirse que, por acción u omisión, el Ayuntamiento que preside José Luis Martínez-Almeida permite a sabiendas el flagrante y
permanente incumplimiento de normas urbanísticas básicas a ciertos
habitantes de uno de los barrios más privilegiados de Madrid.
No se sabe por qué causas o razones (aunque este medio va a continuar indagando en el tema hasta el final), si bien hace gala de una estricta exigencia de esa normativa a la generalidad de los ciudadanos de la capital.