Tú te robaste los fondos públicos

«El que no lleva la contabilidad de sus actos corre el riesgo de no conocer su propia moralidad.» — Séneca

Cuando usted ve un animalito peludo, con cuatro patitas, una colita y que maúlla, seguramente no se equivocará en decir que se trata de un gato, sin importar su color. De igual forma usted detectará una pudrición por el hedor.

Después de un balance desalentador, donde no se vieron resultados satisfactorios en la gestión, sino una montaña de papel inauditable que marearía al más preparado, o que fuera auditado por cómplices o por quienes solo ven desprevenidamente mientras les meten conversación o les invitan a comer algún guiso, o les hacen un regalito; muchos equilibristas de la administración pública que son unos magos para pasar con bajo perfil, saltan de un cargo a otro ejerciendo la máxima autoridad en las empresas del Estado y ejerciendo terror sobre sus subordinados o fingiendo amistad con los elementos clave de la alta gerencia para obtener de ellos un visto bueno, se las ingenian para hacerse de grandes fortunas a costa del erario público.

Estos personajes hacen una carrera de corrupción en la administración pública y se ocultan haciéndose pasar por personas serias y de principios, de alta honestidad, cuando en realidad se burlan cada día de todos y cada uno de sus subordinados y de los ciudadanos.

¿Y cómo saber quién está haciendo arraso y mesa limpia en las instituciones del Estado? Muy fácil: por sus obras los conoceréis.

Si se tratase de empresas privadas, seguramente ya las hubieran quebrado al no tener mayor inyección de liquidez; pero al tratarse de empresas públicas, están atenidos al chorro de dinero que garantiza el Estado. Pero como es tan alta la codicia y la ineficiencia, no obstante los cuantiosos recursos del erario público, la gestión se les viene abajo, porque se les brotan los ojos con tanto dinero y la ambición puede más que el deber.

El tiempo se va en excusas, en argumentos, en justificaciones, en papeleo, en defensas a ultranza de una gestión fracasada, en sacrificar a los peones como en el ajedrez; mientras las corruptelas se materializan en contratos leoninos o en pagos apresurados y forzados con una eficiencia que maravilla. Entre tanto, los fondos públicos toman otro destino y vemos obras inconclusas, menor cantidad de obra, servicios ineficientes, y otras tantas calamidades que ya el corrupto sabrá cómo explicar y nadie lo hace preso.

Las gestiones se miden por los resultados. Por lo que si una empresa del Estado por efecto de una gerencia ineficiente o corrupta, no cumple con su misión y su visión, hay que cambiar el timonel, porque seguramente está tomando rutas indebidas y a duras penas podrá llegar a su destino.

Las cuentas claras y los rumbos precisos, son los pivotes que llevan al éxito de la gestión empresarial y no alabar una gestión de la boca para afuera cuando en realidad es un desastre visto por todos. Y la gestión se convierte en un antro de perdición, cuando se privilegia la corrupción antes que el servicio a la ciudadanía.

«Yo a ti te conozco, tú te robaste el dinero,» le dijo el niño a Gloria la doméstica cuando la encontró rompiendo su alcancía. Así, muchos farsantes que han gozado del privilegio de llevar las riendas de uno o varios organismos del Estado, solo han pasado por ellos sin pena para robar y con gloria para disfrutarlos.

De modo que si advierte que una gestión se vuelve pura explicación y mucho papel para justificar que se gastaron los euros y no hay resultados, es porque hay gato encerrado, tratando de esconder sus excretas.

«La integridad y la eficiencia deben ser las dos caras de la moneda en la administración pública.» — Proverbio Moderno de la Gestión

Dr. Crisanto Gregorio León, Abogado, profesor universitario