Hoy: 2 de diciembre de 2024
Las elecciones presidenciales de noviembre se perfilan como una de las más polarizadas en la historia reciente de Estados Unidos (EE UU), donde el futuro político del país se decidirá en un contexto de intensa división.
Las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos han captado la atención mundial. Donald Trump, candidato por el Partido Republicano, busca regresar a la Casa Blanca, mientras que Kamala Harris, actual vicepresidenta del gobierno, intenta hacer historia convirtiéndose en la primera mujer en asumir la presidencia del país y, por tanto, llegar a la Casa Blanca. La renuncia de Joe Biden a su candidatura en plena campaña electoral dejó el liderazgo del Partido Demócrata en manos de Harris, quien espera capitalizar el legado de la administración saliente.
Donald Trump (77 años) ha estado envuelto en diversas polémicas, como las acusaciones de incitación a la violencia por su discurso antes, durante y después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Además, el candidato republicano ha sido objeto de múltiples investigaciones y cargos judiciales relacionados con fraude fiscal y manejo de documentos clasificados, lo que ha generado dudas sobre su idoneidad para postularse nuevamente a la presidencia. Asimismo, ha sido cuestionado sobre sus negocios, que incluyen posibles conflictos de interés durante su etapa como presidente, especialmente en lo que respecta a su hotel en Washington D.C. y el uso de sus propiedades privadas para eventos oficiales. También ha sido acusado de racismo por sus comentarios despectivos sobre los inmigrantes, especialmente contra los mexicanos, a quienes describió como “criminales” y “violadores”; declaraciones que podrían afectar su imagen entre los votantes.
Por su parte, Kamala Harris (59 años) ha enfrentado críticas por su historial como fiscal general de California, donde algunos argumentan que sus políticas de justicia penal y encarcelamiento fueron demasiado duras y provocó tensiones con varios grupos progresistas. Además, su postura en temas como la migración en la frontera sur han generado confusión y críticas; pese a que Harris se presenta como una defensora de los derechos de los inmigrantes, ha declarado que estos no deberían venir a Estados Unidos. Durante las primarias demócratas en 2020, Harris se enfrentó a Biden en un debate sobre su historial de integración escolar, dando una impresión de agresividad que no fue bien recibida por todos. A pesar de ser la primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidenta, su falta de popularidad ha sido criticada al no ofrecer un enfoque más claro y directo en temas clave, y por su inexperiencia en política exterior.
El mapa electoral estadounidense estará dominado por estados clave, los famosos ‘swing states‘, que tienden a inclinar la balanza a favor de demócratas o republicanos en cada elección presidencial. Estos estados serán fundamentales para otorgar la victoria a Harris o Trump, y su resultado podría ser decisivo en estas elecciones tan reñidas.
Además de la presidencia, el 5 de noviembre los estadounidenses están llamados a las urnas para renovar los 435 escaños de la Cámara de Representantes y los 33 escaños del Senado. Actualmente, los republicanos controlan la Cámara (221 escaños), mientras que los demócratas tienen una ligera ventaja en el Senado (51 escaños) gracias a dos partidos independientes que votan con ellos.
El control del Congreso se antoja crucial para ambos candidatos, ya que determinará la capacidad del próximo presidente para llevar adelante su agenda política. Una presidencia de Harris enfrentada a un Congreso dominado por los republicanos podría ver bloqueadas muchas de las iniciativas demócratas. De la misma manera, si Trump regresa a la Casa Blanca, un Congreso demócrata limitaría significativamente su capacidad de acción.
Con estas elecciones tan polarizadas, el resultado final no sólo dependerá del voto popular, sino también del papel del Colegio Electoral. Este organismo cuenta con 538 votos distribuidos en función del censo de cada estado. De manera que para ganar la presidencia, un candidato necesita conseguir al menos 270 votos electorales.
Este sistema otorga todos los votos electorales de un estado al ganador en la mayoría de los casos, lo que significa que la elección de la presidencia podría decidirse en un puñado de estados clave. Esto ya ocurrió en las elecciones de 2016, cuando Trump ganó a Hillary Clinton pese a haber obtenido menos votos en total.
El ganador de las próximas elecciones asumirá el cargo el 20 de enero de 2025, en la tradicional ceremonia de investidura que se celebrará en las escaleras del Capitolio. Hasta entonces, las campañas electorales de demócratas y republicanos se centrarán en convencer a los votantes en estos estados decisivos, donde temas como la economía, la inmigración y el control del Congreso jugarán un papel clave.
Así pues, con este escenario tan polarizado y dividido, estas elecciones no sólo determinarán quién ocupará la Casa Blanca, sino que también marcará el rumbo político del país durante los próximos años. Por ello, cada estado y cada voto en juego serán decisivos en la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos.