Trampantojo

10 de agosto de 2022
2 minutos de lectura
Daniel Gómez Fontecha

Daniel Gómez-Fontecha / Cuando una persona piensa en la palabra “trampantojo”, lo más habitual es aludir a su significado estético, es decir, a aquella trampa visual que el artista utiliza en sus obras para que sus admiradores la perciban con mayor volumen o realismo de lo que en realidad tiene.   

Pero si asociamos este término con la política, lo que normalmente es un sinónimo de belleza se convierte en algo temible, porque jugar con las mentiras y las medias verdades nunca acaba bien y menos, cuando se habla de poder y de unas elecciones democráticas.

En esto es experto el presidente del Gobierno, conocidos por todo el mundo son sus cambios de opinión repentinos, las promesas electorales que se quedaron en el plató de la Academia de Televisión y así podría continuar con una larga lista de verdaderos insultos a la ciudadanía que han acompañado a Pedro Sánchez durante su carrera a la Moncloa. Pero el problema no solo recae ahí, que ya de por sí es algo enormemente grave, el verdadero conflicto viene cuando el partido de la oposición también pretende que la ciudadanía caiga en su trampa.  

El señor Feijóo, que se ha ganado a pulso la imagen de político experimentado, que conoce la realidad de las Comunidades Autónomas, que ha logrado buenos resultados en Galicia durante varios años; no puede continuar siguiéndole el juego al Partido Socialista si quiere evitar que VOX siga quitándole votos. No es posible pretender ser alternativa, cuando lo que en realidad se quiere es mantener lo anterior, pero con mejor cara y mejores modales.

Si bien es cierto que España es y ha sido tradicionalmente de centro-izquierda, así lo demuestra su historia democrática; el líder gallego debe apostar por una política totalmente distinta, sin disfrazarla ni vestirla de algo que no será. No se puede ser liberal y socialdemócrata al mismo tiempo. De hecho, aquellos que lo intentaron, hoy están desapareciendo. No se puede estar durante años diciendo que es necesario bajar impuestos y una vez logras llegar a la Moncloa, decir que en el Gobierno las cosas se ven de manera distinta.

Practicar el trampantojo en política es arriesgado, pero peor es si los electores no se creen la farsa. Porque, pese a que los populares se esfuerzan exhaustivamente por continuar con la comedia, lo cierto es que algunos comienzan a ver un posible gato encerrado.  

Un partido que quiere apropiarse del liberalismo, una verdadera alternativa a la socialdemocracia medio populista instaurada por el PSOE y Podemos, no puede decir que decretará una “bajada de impuestos temporal y selectiva para las clases más bajas”, ha de hacerlo de forma indefinida y, en la medida de lo posible, a todos los estamentos sociales en mayor o menor grado. Ahora bien, seria necesario recortar gasto público.

En este sentido, por el momento, Feijóo solamente se ha postulado a favor de un recorte en el gasto político reduciendo el número de ministerios, pero eso es manifiestamente insuficiente ¿tendrá el ex presidente gallego la valentía para cambiar y deshacer toda la red armada por Pedro Sánchez?

Y es que las últimas elecciones en Andalucía han marcado claramente la línea en la que la política española se va a mover en los próximos años: un progresivo descenso de los partidos surgidos en el 15-M, que han demostrado su completa inutilidad y una vuelta hacia un bipartidismo imperfecto donde se priman los liderazgos fuertes y la gestión de gobierno. Aquellos que lo logren, podrán obtener ese sueño que parecía acabado hace tan solo unos meses: una mayoría absoluta.

Por tanto, ante la mala situación económica que se avecina, ante la incertidumbre de la sociedad española, los trampantojos se tienen que acabar, ya no sirven las medias tintas ni esconderse detrás del atril. Feijóo debe aclararse cuanto antes, porque mañana puede ser demasiado tarde.  

Daniel Gómez-Fontecha es estudiante de Historia y Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

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