Poniéndome en su lugar, que ya es atrevimiento, creo que Jesús, antes que traicionado, sintió decepción por aquellos en quienes había puesto su confianza y su cariño. La traición sería la más indigna desembocadura de la confianza.
Mojar el pan en el mismo plato, darle un beso, confiarle la bolsa… son signos evidentes de intimidad que Judas convirtió en apostasía. Pedro le prometió seguirlo hasta donde fuera necesario y, al amanecer tuvo que ser un gallo quien lo descubriera. Luego fue la piedra de la Iglesia y la imagen de nuestras debilidades. En la elección de San Pedro se explica el conocimiento que Cristo tenía del hombre… Siempre me dio lástima que a Judas le correspondiese tal ingratitud.
…Qué decepción por aquellos que dicen querernos y sin pensarlo nos venden por treinta monedas que ni siquiera son de plata. Qué tristeza por aquellos que fueron amigos y ahora nos besan desde lejos para no contaminarse. ¡Como si alguien estuviese en condiciones de tirar la primera piedra! Puede que también lo hayamos hecho nosotros con los demás… ¡Y sería más penoso todavía!
Pedro Villarejo
Conmovedora reflexión. Se dice que todos tenemos marcado un precio ( hoy lo sería con código de barras o QR) . Al menos deberíamos procurar que este fuera lo más alto posible, que en cualquier caso nunca será suficiente para justificar la ignominia. Lo recibido, seguro, nunca superará las 29 monedas.