La libertad sólo pueden practicarla los irresponsables, es decir, aquellos que no fueron llamados a cumplir con obligaciones cuya repercusión es indiferente para el bien común. Los elegidos para las Altas Tareas deben ofrecer, si fuere necesario, en holocausto su libertad, en aras de un bien que sobrepasa, y a veces excluye, lo personal.
Admiro sinceramente la grandeza de la Reina doña Sofía en su entrega, señorío y dedicación a España, pero respetuosamente creo que ha educado a sus hijos en una libertad amorosa de apagadas consecuencias. Según los privilegios, se analizan las decisiones que, en su caso, no están exentas de sacrificios. Lo más romántico en la vida es que pueda elegir el corazón si no estuviese llamado a la ejemplaridad; de estarlo, la razón no puede apartarse de las decisiones.
Los motivos que han impedido al Rey Juan Carlos su presencia en el 50 aniversario de la Corona son, en cualquier caso, impropios de un reconocimiento que se le debe y que su hijo no ha sabido valorar. Su presencia no hubiera desmerecido delante de tantos que, lejos de servir a España, se han servido de ella. Si el padre se equivocó, el hijo, ni como hijo ni como Rey, ha sabido corresponder.
Pedro Villarejo