AMLO se ha mantenido de perfil sin reconocer al nuevo presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, desmarcándose tantito de sus colegas ideológicos Lula, Petro y Boric. Su pose se corresponde con el nuevo episodio contra España, que lo marca como un feroz populista al más puro estilo de las directrices del Grupo de Puebla, rama del Foro de San Paulo. México sigue lejos de Dios y más cerca de ese «socialismo del siglo XXI». Que la Virgen de Guadalupe les ilumine.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que como gobernante de México D.F. sus opositores llamaban «López Cobrador», por sus comprobadas «mordidas» de empresarios y capos de los cárteles, traspasa hoy el bastón de mando a su carnal Claudia Sheinbaum, que, siguiendo el discurso populista pro indigenista (26 millones, 22% de la población mexicana, votos nada despreciables), ha decidido no invitar a su investidura, como la nueva y primera mujer presidente de México, al rey-jefe de Estado de España, Felipe VI. «Como no ha pedido perdón por la masacre de los aztecas a comienzos del siglo XVI, no lo queremos aquí», ha sido el significado de sus palabras al no invitarlo.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, no le ha quedado otra que no aceptar ir él mismo, pues la representación diplomática e internacional le corresponde por ley al jefe del Estado. Se ha lamentado de esta situación, al tener México un gobierno progresista como el suyo. No obstante, sus socios comunistas de Sumar, Podemos y Bildu sí estarán presentes en Ciudad de México. Una decisión que ha molestado al PSOE. Aunque no se espera que se abra una crisis en el cogobierno social-comunista.
No crea que estos dos mandatarios sean descendientes de aquellos mexicas, ni digan sus arengas en náhuatl. Hablan en el idioma de aquella Castilla, que todos los hispanoamericanos heredaron de España. En el que se comunican, hablado y escrito, con sus acentos, sonoridades y modismos maravillosos sobre 500 millones de hijos del idioma español que pueblan el mundo. En Estados Unidos ya es el segundo idioma, mal que les pese a algunos.
AMLO es un mexicano-español de familia directa de Valladolid. Sus apellidos no vienen de los aztecas. Claudia Sheinbaum Pardo es de origen lituano y judía asquenazí. Los apellidos de estos dos políticos suenan a sus raíces hispanas. Si paseas por Madrid escuchas los acentos del español de América, pero ya tienen papeles legales, porque son tan americanos hispanos como españoles.
En un ejercicio de memoria histórica estos dos mexicanos de raíces hispanas deberían poner sus argumentos en la justa medida. Ellos actúan como propagadores de la Leyenda Negra. En las primeras décadas del descubrimiento del continente americano, que empezó por las islas del Caribe, hubo desmanes, están documentados, pero muy pronto se promulgaron las Leyes de Indias (Isabel y Fernando, Reyes Católicos), que daban garantías a los nativos como personas libres a ser catequizados de forma pacífica. Al poco, las Leyes nuevas de Indias, que desarrollaron las primeras. ¿Se cumplían a rajatabla? No siempre, pero se contemplaba el llamado juicio de residencia, al que todo cargo público o privado infractor tenía que someterse en la propia América. Para ese siglo XVI tales leyes, adelantadas a su época, son consideradas hoy como la base de los derechos humanos.
De allí devino el concepto de Virreinatos, América española organizada como provincias de ultramar de España. Desechando el de colonias, aquello fue una operación integradora, no un imperio fundamentalmente extractor como fueron el anglosajón. francés y holandés de la misma época. El español imperio constructor, los otros sólo extractores. La base principal de España fue el mestizaje y no solo el biológico, pero por ahí empezó. Dos pueblos que se unen y tienen descendencia no puede pensarse que habían llegado allí solamente para enriquecerse y hacer un genocidio.
Desde los Reyes Católicos su nieto Carlos I, y el hijo de éste, Felipe II, España se instaló en América en cuatro virreinatos que funcionaron política, administrativa y en la economía con una apreciable eficiencia y cohesión. Se sacó oro y plata, pues claro, pero no tanto como dicen los negros-legendarios, pues solo hay que recorrer América, desde el suroeste de Estados Unidos hasta la Patagonia, para observar el legado arquitectónico y cultural en universidades, hospitales, iglesias, acueductos. Esas obras fueron financiadas por los mismos minerales, los que no salieron de América.
Finalmente, invito a AMLO y Sheinbaum a que repasen su historia y no den datos falsos. Tenochtitlan se fundó hacia 1325, hace 700 años, no 200, como ha afirmado la nueva presidenta. Sobre aquella ciudad magnífica construyó Hernán Cortés la ciudad de México. Cortés fundó el nuevo país tras derrotar a los mexicas, con la ayuda de miles de guerreros indígenas subyugados por los aztecas, que les exigían sacrificios rituales y comérselos acto seguido (entre 20 y 40.000/año, según documentación). Y relean a sus compatriotas, Octavio Paz y Miguel León Portillo, cuando decían que odiar a España es odiarse a sí mismos. Se le atribuye a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. AMLO no reclama a Estados Unidos el expolio de 60% del territorio (suroeste) que le dejó España al independizarse. Lean Jaque mate a la leyenda negra. Manual de guerrilla cultural, de David Fernández Valdez, acaba de salir en España.
Este artículo firmado por Daniela Godoy ha sido publicado en el diario El Impulso