La disputa entre Elon Musk y Donald Trump ha superado los límites de una pelea de egos para convertirse en una potencial crisis política en Estados Unidos. El hombre más rico del mundo plantea públicamente la creación de un tercer partido que represente al “centro olvidado”, mientras insinúa que podría financiar candidatos demócratas moderados en las legislativas. La respuesta del presidente fue inmediata: “habrá serias consecuencias”.
La tensión escaló tanto que Trump convocó a su gabinete a una reunión de emergencia este domingo en Camp David, buscando contener el daño y analizar su estrategia frente al quiebre con quien fue uno de sus aliados más influyentes. El expresidente está en “modo contención de crisis” tras una semana de insultos, amenazas y acusaciones que incluyeron llamados al juicio político por parte de Musk, según una información publicada en Clarín y El Diario de Chihuahua.
Aunque Elon Musk borró los mensajes más explosivos, como aquel en el que insinuaba que Trump estaba vinculado con el caso Epstein, mantiene firme su idea de fundar un nuevo partido. “¿Necesitamos una nueva fuerza política para representar al 80% que está en el centro?”, preguntó en su red social X. Millones dijeron que sí.
Los mensajes sobre el posible «America Party» se multiplicaron, y Musk amplificó voces que aseguran que el magnate puede ser la figura que unifique al electorado desencantado del sistema actual.
Aunque Elon Musk borró los mensajes más explosivos, como aquel en el que insinuaba que Trump estaba vinculado con el caso Epstein, mantiene firme su idea de fundar un nuevo partido. “¿Necesitamos una nueva fuerza política para representar al 80% que está en el centro?”, preguntó en su red social X. Millones dijeron que sí.
Los mensajes sobre el posible «America Party» se multiplicaron, y Musk amplificó voces que aseguran que el magnate puede ser la figura que unifique al electorado desencantado del sistema actual.
La ruptura, que venía gestándose en privado, explotó por varias razones. Musk venía criticando públicamente la ley presupuestaria de Trump, que eleva el déficit a 2,4 billones de dólares, y la retirada de la nominación de su aliado Jared Isaacman para la NASA, organismo clave para sus empresas SpaceX y Starlink.
En paralelo, peleas internas con miembros del gabinete deterioraron aún más su relación con el gobierno. Según Steve Bannon, Musk llegó a pelear físicamente con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, a quien acusó de «fraude total».
El punto más sensible para Trump no es sólo la ruptura política, sino el enorme poder económico y mediático de Musk. Con una fortuna colosal y más de 240 millones de seguidores, el empresario podría financiar candidatos alternativos, debilitar la base republicana y lanzar campañas virales a una escala sin precedentes.
Ante esto, Trump lanzó una advertencia que sonó a amenaza: “Si financia a esos demócratas, pagará las consecuencias”, declaró.
Además, pidió en su red Truth Social un escrutinio público de los contratos gubernamentales de Musk, lo que podría complicar gravemente los negocios del magnate.
La posibilidad de un tercer partido independiente liderado por Elon Musk genera inquietud en ambos bandos. La historia dice que estos experimentos rara vez prosperan, pero Musk tiene recursos, visibilidad y narrativa antisistema, una combinación inédita en la política moderna.
Por ahora, el choque entre Trump y Musk ha dividido al Partido Republicano, desconcertado por la magnitud del enfrentamiento y el potencial real de un tercer partido con una alternativa electoral con apoyo popular y respaldo millonario.