Tengo un amigo que llama la Yoli a su mujer, no por disparatada e inculta como la original, ni por haberse gastado cerca de cincuenta mil euros en restaurantes y viajes, sino por monilla y desenvuelta. Resulta inimaginable que una vicepresidenta del
Presidente y ministros recurren al fango y la vicepresidenta Yolanda Díaz lleva el lenguaje escatológico al Congreso y manda a la mierda a la oposición
En la Vida Eterna no alborotan los sufrimientos, aunque yo me inclino a que alguna excepción debe haber. Y este dolor que en sueños imagino, no es otro que el de Franco por haberle arrancado sin aviso la Medalla del Trabajo, concedida