El humo del tabaco, ya sea en forma de tabaquismo activo, pasivo o a través de cigarrillos electrónicos, «actúa como un irritante directo que inflama las vías respiratorias, debilitando su rol de barrera de defensa mecánica y celular natural de nuestro organismo, lo que no solo empeora los síntomas de las alergias, sino que puede hacer que los tratamientos sean menos efectivos», señala la especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, Daniela Silva.
Además, la especialista explica que a largo plazo, esta inflamación constante «aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias crónicas, como asma, especialmente en aquellos con antecedentes alérgicos, además de perjudicar otros aspectos de la rutina diaria como el descanso».
Los expertos de Healthcare explican detalladamente los efectos multiplicadores del tabaco sobre los síntomas de las alergias respiratorias.
El humo del tabaco daña directamente el epitelio respiratorio, facilitando que los alérgenos penetren en las vías respiratorias y generen una respuesta exagerada del sistema inmune. Esta inflamación constante hace que incluso pequeñas cantidades de polen desencadenen síntomas intensos.
Además, existe una «relación bidireccional» entre el tabaquismo y las alergias. Es decir, el tabaquismo «puede empeorar» los síntomas y consecuencias de alergias no tratadas, y a su vez la presencia de una alergia no tratada «puede exacerbar y empeorar» enfermedades pulmonares causadas por el humo del tabaco. Un ejemplo es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, donde el tabaquismo es el principal factor de riesgo para el desarrollo de esta actividad, y a su vez se ha demostrado que la presencia de alergias respiratorias puede empeorar sus síntomas y exacerbaciones.