LA SEÑORA DEL CAUDILLO
Al mismo tiempo, y durante más años, a la esposa del Generalísimo se le han atribuido una serie de leyendas difíciles de comprobar y probablemente exageradas por sus detractores.
Se cuenta que las joyerías acordaron un seguro conjunto por si la señora aparecía y se encaprichaba de unos brillantes incrustados en un broche que iluminaría su pecho, tan herido por las sombras de la incomprensión.
Aficionada al lujo, a los sombreros y a los trajes de alta costura, regaló a su nietísima una diadema de esmeraldas con motivo de su boda con el duque de Cádiz, que duraría lo justo hasta que el divorcio dejara de escandalizar a nadie.
Murió siendo Señora de Meirás y ahora, a sus herederos, retorciendo las leyes, les han arrebatado el pazo donde la condesa de Pardo Bazán, doña Emilia, se encontraba, entre placeres carnales, con don Benito Pérez Galdós.
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